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Sin título (Dos mujeres, una de pie y otra sentada)
Iturrino, Francisco
Santander, 09/09/1864 - Cagnes-sur-Mer, Francia, 21/06/1924
Carboncillo sobre papel
21,5 x 22,7 cm
c. 1911-1914
Primera mitad de siglo XX
88/46
Adquirido en 1988
Dos figuras femeninas son motivo de retrato en este dibujo. Una de ellas, desnuda y apenas cubierta con un fino tejido que deja entrever sus piernas, permanece erguida, a la vez que con ambas manos se ajusta a su cadera un manto. Mientras la segunda figura, sentada en un taburete, observa el esbelto cuerpo de su compañera. El motivo retratado bien podría ser un boceto de los múltiples baños en una alberca realizados tanto en pintura como en dibujo.
Sin embargo, entre las más de diez pinturas y grabados que hoy en día atesoran diferentes colecciones públicas y privadas, no hay ninguno que encaje en igual composición. Por el contrario, casi todas las composiciones de desnudos para el baño tienen en común la disposición de la figura femenina central, que erguida y completamente desnuda sujeta un delgado paño a la altura de sus caderas dejando ver su pubis. La temática enlaza directamente con las primeras vanguardias parisinas, en las que los baños y desnudos femeninos ocupparon el repertorio de casi todos los pintores de la época. Sin duda, la Olympia de Manet pintada en 1863 y excluida del Salón oficial fue una de las obras que más influyó en la tendencia de los artistas de la época.
Pero, tendencias generales aparte, lo cierto es que la mujer y su desnudo es uno de los pilares en la obra de Francisco Iturrino. Se puede afirmar incluso que desarrolló una patología obsesiva hacia la mujer, que le llevó, desde su admiración y placer voyeuril, a retratar mujeres de forma incesante. Las achaparradas morfologías de las figuras femeninas que pintó durante los primeros años de su carrera hasta aproximadamente 1905, fueron alargándose y estilizándose, mientras que los ampulosos vestidos y elegantes mantillas fueron afinándose paulatinamente, siendo sustituidos por delgadísimos tejidos que dejaban aflorar los redondeados cuerpos, para acabar retratando, ya en los últimos años de su vida, desnudos completos de mujeres corpulentas y orondas sin barrera visual alguna. El momento del baño permitía a Iturrino llevar libremente al límite sus fantasías de voyeur, a la vez que desarrollar lo que serían junto al paisaje sus dos temas principales: la mujer y su desnudo.
La estilización de los cuerpos, así como la sutileza de los pliegues y transparencias de los vestidos que cubren los cuerpos de ambas figuras permiten datar la obra hacia 1911-1914. Época en la que se distanció de la tradición pictórica española heredada de Zuloaga, de los formalismos cubistas de Cézanne y de los agresivos trazos y colores del fauvismo de Derain, para desarrollar una obra de estilo más personal, ligada a la alta burguesía parisina o catalana. Su amistad con Matisse y la convivencia con su obra calaron en Iturrino proporcionándole nuevas formas y colores, al igual que sus numerosos viajes a Andalucía y el realizado con posterioridad a Marruecos hicieron que interiorizara su percepción del tratamiento de la luz a través de su paleta cromática, dando paso a las que serían las mejores obras de su carrera artística. (Helena López Camacho, 2009)
Bibliografía seleccionada
- Últimas décadas del siglo XIX-primera mitad del siglo XX : de Cézanne a Léger : colección Museo de Bellas Artes de Bilbao [Cat. exp.]. Bilbao, Museo de Bellas Artes de Bilbao, 2009. pp. 92-93, n° cat. 34.