Exposiciones
Finalizada
20-11-2019 • 23-02-2020
Cazando impresiones
Sorolla en pequeño formato
Salas 32-33
Joaquín Sorolla (Valencia, 1863-Cercedilla, Madrid, 1923) pintó cerca de dos mil óleos sobre cartón, tabla, papel o trozos de lienzo de muy pequeño tamaño-no exceden de los 20 x 30 cm-, que él denominaba "apuntes", "manchas" o "notas de color". Están siempre relacionados con el trabajo del artista en cada momento de su trayectoria, sin que puedan llegar a ser estrictamente considerados estudios preparatorios para posteriores composiciones. Son, pues, una especie de registro del modo de mirar de Sorolla y la mejor síntesis de sus intereses pictóricos.
Este tipo de apunte fue un formato a menudo utilizado a lo largo del siglo XIX por los grandes artistas, y Sorolla lo usó también durante toda su vida como un modo de ejercitar su destreza que constituye, además, un valioso testimonio sobre su producción más privada y libre. Tal y como atestiguan numerosas fotografías, Sorolla conservaba estas pequeñas obras en su taller y a menudo las regalaba a sus admiradores, las donaba para causas benéficas o las intercambiaba con otros pintores. Pero un buen número de ellas fueron también presentadas y vendidas en sus grandes exposiciones internacionales -sobre todo en las giras americanas de 1909 y 1911-, donde fueron apreciadas como expresión concentrada de su talento.
"… Hay que pintar deprisa, porque ¡cuánto se pierde, fugaz, que no vuelve a encontrarse!". Así definía su ideario este pintor, que fue uno de los más importantes del arte español en el tránsito entre el siglo XIX y el XX, y el creador de una obra reconocible y de un estilo propio que concreta en paisajes y retratos un luminismo suntuoso y preciso que alcanza su máximo nivel en los temas de las costas del Mediterráneo y del Cantábrico.
Organizada con la colaboración del Museo Sorolla y la Fundación Museo Sorolla de Madrid, Cazando impresiones. Sorolla en pequeño formato ha contado con el comisariado de María López Fernández, Blanca Pons-Sorolla y Consuelo Luca de Tena. Las dos primeras son, además, autoras de los ensayos y de la cronología incluidos en el catálogo editado con motivo de la exposición.
La muestra se compone de 186 pinturas en pequeño formato sobre tabla o cartón u otros materiales, pertenecientes a la colección del Museo Sorolla. Los acompaña una pequeña vitrina en donde se muestran su paleta y otros utensilios del oficio que ejemplifican su vocación de pintor al aire libre.
Tras su exitosa presentación en el Museo Sorolla de Madrid, Cazando impresiones. Sorolla en pequeño formato podrá visitarse en el museo de Bilbao en las salas 32 y 33 del edificio moderno desde el 20 de noviembre hasta el 23 de febrero del próximo año.
Introducción
"Sorolla pasea cazando impresiones"
A lo largo de su vida, Joaquín Sorolla llegó a pintar cerca de dos mil óleos sobre cartones o tablillas de muy pequeño tamaño. Sorolla los llamaba generalmente "apuntes", pero a veces se refería a ellos como "manchas" o "notas de color". Estas tablitas se transportaban junto con los pinceles y tubos de color en cajas fabricadas a propósito para facilitar la pintura al aire libre. Este formato fue cada vez más utilizado durante el siglo XIX por los grandes artistas, pues permitía recoger con rapidez ideas o impresiones de cosas vistas en obras independientes que iban más allá de un simple boceto.
Si en un principio se consideraron obras íntimas, productos inacabados del trabajo del pintor, pronto se apreció en ellas tanto su libertad creativa como el germen de posibles nuevas obras, y empezaron a exponerse y cotizarse como muestras de lo más personal y original del artista.
Sorolla las utilizó a veces en relación con las ideas que le rondaban para sus composiciones, pero a menudo como mero ejercicio. Las conservaba en su estudio, cubriendo con ellas paredes enteras, sujetas con alfileres, aunque pronto empezó a enmarcarlas, y en todas sus exposiciones estos cuadritos tuvieron una presencia abundante y destacada. Pequeños en tamaño, pero grandes en audacia, contienen ráfagas del Sorolla más brillante.
Formación y consolidación, 1880-1903
Después de sus años de formación en la Academia de Bellas Artes de Valencia, Sorolla se establece en Roma como pensionado (1885-1889), y desde allí viaja a París para visitar los museos y exposiciones. El panorama artístico de la capital francesa lo deslumbra. A partir de los años de la década de 1890, instalado en Madrid con su mujer Clotilde y sus hijos, empieza a presentarse a grandes certámenes en España y el extranjero, y en 1900 recibe el Grand Prix de la Exposición Universal de París, lo que supone su consagración internacional. En 1903, cuando termina el gran cuadro Sol de tarde Sorolla considera que ha encontrado definitivamente su estilo.
Sus primeros apuntes muestran la influencia de Fortuny y los italianos, tanto en su composición como en su manera de utilizar expresivamente las zonas de la madera sin pintar. Las obras de pequeño formato le sirven como preparación para composiciones más ambiciosas, pero, paulatinamente, van convirtiéndose en un ejercicio para estudiar la luz y el color. Empiezan a cobrar una independencia clara respecto a las obras de envergadura: Sorolla las usa como instrumento paralelo, experimental y, sobre todo, como una manera de mirar y convertir en pintura la esencia de esa mirada.
La madurez artística de Sorolla, 1904-1911
1. La exposición en la Galería Georges Petit, París, 1906
En 1906 Sorolla presentará su primera exposición monográfica en París, en la moderna y prestigiosa galería Georges Petit. Para entonces ya ha dado un giro decisivo hacia los temas que le ofrecen mayores seducciones y desafíos visuales: las variaciones de la luz a lo largo del día y de las estaciones, el color de las sombras, los reflejos y transparencias del agua, los contraluces, las audacias cromáticas. Y ha encontrado en los amplios espacios del mar y de las playas el escenario más rico. La estancia en la costa de Jávea en 1905 le ha descubierto un mar nuevo, con la transparencia profunda de las piedras preciosas.
En esta exposición hubo una abundante representación de sus pequeños formatos, que adquieren una enorme importancia en paralelo con la arrolladora experimentación del Sorolla de estos años. Revelan su profundo conocimiento práctico de las teorías sobre la utilización de los colores complementarios, por entonces tan de moda en París y que alumbraban el nacimiento del fauvismo, así como su manejo de la perspectiva.
Después de la exposición, Sorolla pasa unas semanas en la localidad francesa de Biarritz, donde las escenas del ocio de los elegantes en las playas le proporcionan nuevos estímulos. Su paleta se aclara y se refresca, y sus encuadres adquieren un máximo de instantaneidad fotográfica.
2. Las exposiciones americanas
En 1907-1911 Sorolla realizará numerosas muestras individuales: tres en Alemania en 1907, una en Londres en 1908 y en 1909 la gran exposición de la Hispanic Society of America de Nueva York. Después vinieron otras en Estados Unidos: ese mismo año en la Fine Arts Academy de Buffalo y en la Copley Society of Art de Boston. En 1911, en el Art Institute de Chicago y en el City Art Museum de Saint Louis. Ese mismo año participó también en la Exposición Internacional de Bellas Artes de Roma. El estallido de la I Guerra Mundial puso fin a este movimiento.
En estas exposiciones, Sorolla individualizó sus apuntes con un marco dorado acanalado y los colocó donde pudieran apreciarse de cerca, lo que demuestra la importancia específica que el propio artista les concedía como obras autónomas e independientes.
Abastecer todas estas exposiciones le obligó a trabajar intensamente en formatos medianos, por lo que paulatinamente decreció su producción de formatos más pequeños.
Plenitud, 1912-1919
"Ahora es cuando mi mano obedece por completo a mi retina y mi sentimiento, ¡veinte años después! Realmente la edad en que debe uno llamarse pintor: ¡después de cuarenta de trabajo!"
Rodolfo Gil citando a Sorolla, en Joaquín Sorolla, 1913
Desde 1912, el gran encargo de los murales Visión de España para la Biblioteca de la Hispanic Society of America de Nueva York consume la mayor parte de su tiempo. Cuando no está pintando para el proyecto, pinta para sí, sin la presión de las exposiciones. Cultiva ahora los íntimos y silenciosos cuadros de jardín y consigue algunas de las más hermosas y logradas escenas de playa. Cada vez más, la rapidez, destreza y ligereza que había aplicado en sus apuntes se reflejan en sus obras de mayor envergadura.
En sus últimos años, los apuntes de pequeño formato que pinta en las playas del norte, especialmente en San Sebastián, muestran un afán de experimentación emocionante: construye las figuras con masas de color muy planas, separadas entre sí por pequeñas calles sin pintar, que deja en el tono gris neutro de la imprimación del cartón. Esta ejecución abreviada muestra un Sorolla esencial que sigue investigando, a través de sus "pequeños formatos", en la síntesis visual de las figuras al aire libre.
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