La feria de Sevilla - Museo de Bellas Artes de Bilbao

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La feria de Sevilla

Cortés y Aguilar, Andrés

Sevilla, 1815 - Sevilla, 18/09/1879

Óleo sobre lienzo

148 x 204,5 cm

Andres Cortés feci (ángulo inferior izquierdo)

1852

Mediados de siglo XIX

69/68

Legado de doña María de Elorrieta y Mugaburu, viuda de Cuadrado, en 1936

Durante la década de 1850 Cortés se acercó al realismo, dentro del cual se enmarca La Feria de Sevilla, obra de ambiciosa composición y de la que se conservan tres versiones firmadas y fechadas en 1852: la perteneciente a la familia Ybarra de Sevilla, otra de menor formato perteneciente al Ayuntamiento de la capital andaluza y ésta.

El cuadro presenta una plástica más caligráfica, y parece ser una derivación de las anteriores, algo más pormenorizadas y detalladas, quizás mejor trabadas y ensambladas, pero realizadas con mayor detalle y contagiadas de una realización más realista. Tal vez pudiera tratarse, por otra parte, de un primer estadio pictórico de la composición, luego ejecutada de manera más ajustada. Sin duda, se trata de un encargo, en el que el artista comenzó a disponer y analizar los elementos, diversos y coloristas, que integran tan ambiciosa escena.

Como es frecuente en la obra de Cortés, el pintor emplea una perspectiva algo rudimenttaria, con la que quiere unir de manera forzada y evidente las distintas agrupaciones de pastores, tratantes, rediles con ganado, paseantes, vendedores, tiendas de campaña y casetas, estas últimas dispuestas ya de una manera racionalizada en el real de la feria, un gran espacio abierto en el Prado de San Sebastián, antiguo solar adyacente a la ciudad en donde se celebraba la tan sonada Feria de Abril. El resultado es una compleja escena en sus elementos y contenidos que parece corresponder a la misma composición grabada por Vicente Urrabieta con ligeras variantes, más afín con la otra pintura de colección particular sevillana.

En realidad, la escena muestra un verdadero enjambre humano que refiere la vida social y económica de la ciudad, en un espacio o lugar de encuentro entre el mundo rural y urbano, propiciado por la Feria y Exposición de Ganados, cuya creación data de 1847, cinco años antes de la realización de esta pintura de Cortés. Por establecer un paralelo, tanto la concepción y la realización de esta pintura, como el hecho de que se propone representar un meeting point social y económico, la relaciona con las representaciones de otros eventos sociales como las racecourses de Ascot, o ciertas visiones de las entonces pioneras Exposiciones Universales cultivadas de manera muy similar a la de Cortés por cierta pintura inglesa de época victoriana, a la que parece quedar vinculada, siquiera remotamente, esta composición de asunto netamente sevillano, por su insistencia en la descripción social.

La composición de Bilbao presenta una línea de cielo en donde se reconocen los perfiles del Palacio de San Telmo, la Fabrica de Tabacos, la denominada Puerta Nueva, que llevaba a la calle San Fernando, por entonces verdadera bisagra de la feria con la ciudad; las arboledas del jardín y edificios del Alcázar, con sus torres de la cerca interior; y la silueta de la gran fábrica de la Catedral, con la Giralda, que cierra la composición a la derecha. Mientras que en su parte inferior aparece una serie de grupos de pastores con sus rediles de ovejas en torno a un caldero en la hora del rancho, una pareja de majos paseando y un caballista con catite sobre una jaca enjaezada a la morisca, grupos que curiosamente parecen corresponder a los tipos recogidos en el álbum de litografías de Costumbres andaluzas debido a Antonio Chaman, precisamente editado en 1852, año en que se fechan la serie de pinturas de Cortés dedicadas a la Feria de Sevilla.

Curiosamente, a diferencia de las otras dos pinturas sevillanas, en ésta el artista ha situado en el ángulo izquierdo a un grupo de personajes que, con atuendo urbano, comentan la escena mientras que otro, sentado sobre un trípode de campaña, toma apuntes. Un detalle que nos lleva a la toma de datos o la realización de estudios directamente del natural por parte del artista, que quizás quiso hacer referencia a este hecho e incluirse en plena acción ante tanta variedad de tipos y encuadres pintorescos. Pero esta figura podría ser también la de un propietario, administrador o hacendado, que toma nota cuantitativa de las cabezas de ganado. Lo cual justificaría el interés personal de la ejecución del encargo de esta pintura de un gran acontecimiento económico, social y pintoresco. [Juan Fernández Lacomba, 2008]

Bibliografía seleccionada

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