Actualidad
02-09-22
Presentación Depósito Sota
Sala 32
El museo presenta en depósito dos importantes pinturas de Cornelis van der Voort y Luis de La Cruz y Ríos que fueron incautadas al empresario vasco Ramón de la Sota y Llano (1857-1936) durante la Guerra Civil y son ahora restituidas por el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo a sus herederos.
Las dos obras -en un excelente estado de conservación que solo ha requerido tratamientos de puesta a punto- han sido objeto de diversos estudios que han permitido determinar su autoría.
Cornelis van der Voort (Amberes, 1576-Ámsterdam, 1624)
Retrato de joven caballero, 1623
Óleo sobre tabla. 122,5 x 89,3 cm
Comodato de la familia Sota Mac-Mahon en 2022
La inscripción realizada por el artista en el ángulo superior derecho -“AEtatis.sua.23. / Anno. 1623”- no concuerda con la atribución anterior al pintor Frans Pourbus, fallecido en 1622. La autoría se confirma con el análisis estilístico, que se corresponde con uno de los retratistas más interesantes de comienzos del Siglo de Oro holandés: Cornelis van der Voort, quien influyó notablemente en la obra del primer Rembrandt. Además, la inscripción se asemeja a las de otras obras del artista, como los retratos de Pieter Pietersz Hasselaer (Museo de Ámsterdam) y Dirk Hasselaer (Rijksmuseum), o el de un caballero que conserva el Worcester Art Museum. El citado Pieter Pietersz Hasselaer aparece también en un retrato de grupo del Museo de Ámsterdam junto con otros miembros de la Schutterij, la milicia ciudadana de la que el pintor formó parte hacia 1613. Varios especialistas en pintura holandesa de este periodo han atribuido la obra unánimemente a Van der Voort. Originario de Amberes, tras la ocupación española de la ciudad se estableció en Ámsterdam en 1585 y pronto alcanzó notable éxito, especialmente con sus retratos de grupo, un género a cuya popularidad contribuyó. Fue asimismo un gran coleccionista de arte y perteneció al Gremio de San Lucas, del que fue presidente en 1619. En este retrato representa a un caballero de 23 años vestido de riguroso negro, según imponía el ideal de austeridad calvinista. A pesar de su sobriedad, la indumentaria y la actitud del joven dan idea de su elevado estatus. El elaborado encaje de los puños y la lechuguilla de bordes con puntillas desflecadas y pliegues dispuestos menos formalmente que en otros modelos de la época aportan una contenida sofisticación. La mirada directa y viva, y las cualidades fotográficas del retrato consiguen un magistral efecto de realidad.
Luis de la Cruz y Ríos y taller (Puerto de la Cruz, Tenerife, 1776-Antequera, Málaga, 1853)
Retrato de María Cristina de Borbón, c. 1833
Óleo sobre lienzo. 66,4 x 52,8 cm
Comodato de la familia Sota Mac-Mahon en 2022
La firma apócrifa de Vicente López no ha impedido concretar su verdadera autoría en el pintor canario Luis de la Cruz y Ríos. Fue alumno de Juan Ventura de Miranda y cultivó el retrato y otros géneros, algunos de cuyos ejemplos conservan la catedral de Las Palmas y la iglesia de Nuestra Señora de la Peña de Francia en Puerto de la Cruz. Alcalde real de Tenerife en 1808, en 1815 ocupó el cargo de pintor de cámara de Fernando VII. En 1837 se estableció en Málaga, donde fue profesor del gran paisajista Carlos de Haes. En la corte retrató, entre otros, a los reyes, en cuadros que sirvieron como regalo para diferentes personalidades. Probablemente es el caso de esta imagen de María Cristina de Borbón, de la que existen diversas versiones, la más importante, de medio cuerpo, en el Museo del Prado. Partiendo de un dibujo idéntico, difiere, sin embargo, en el formato y en el vestido y las joyas. En esta versión luce un escote “bote” que deja los hombros al descubierto y el peinado “a las tres potencias”, de moda en los primeros años de la década de 1830. Una corona de perlas y diamantes sustituye el alfiler con el motivo “F7” (Fernando VII) de la versión del Prado. Esta simplificación formal, pero también técnica, hace pensar en la posible intervención del taller del artista. Comunes a todas las versiones son las bandas de las órdenes de San Esteban y de María Luisa así como la venera de la del Águila y la Estrella de Isabel Teresa de Austria.
Sota y la Guerra Civil
Durante la Guerra Civil española, el Juzgado Especial de Responsabilidades Políticas de Bilbao dictó diligencias de 5 y 7 de octubre de 1937 y la prestigiosa colección de arte de Ramón de la Sota y Llano fue incautada en su residencia del palacio de Ibaigane. La Capitanía General de Burgos resolvió en marzo de 1938 el expediente de responsabilidades políticas contra el empresario, fijando la sanción en cien millones de pesetas, la más alta impuesta durante el franquismo. Los cuadros incautados fueron trasladados a Burgos y posteriormente a Madrid, donde algunos pasaron a decorar los despachos de varios ministros del régimen. Las gestiones realizadas por la familia en los años 40 y 50 dieron como resultado la legitima devolución de algunos de esos cuadros.
Por auto judicial del Magistrado-Juez Especial para la devolución de depósitos constituidos por Responsabilidades Políticas de 10 de marzo de 1969, en cumplimiento del Decreto de Indulto de 10 de noviembre de 1966, se ordenó a la Administración del Estado la devolución de 170 obras de arte incautadas de la colección, entre ellas el Retrato de Martín Zapater, pintado por Goya en 1797, y La Piedad de Luis de Morales “El Divino”, de hacia 1568, que poco después serían legadas al Museo de Bellas Artes de Bilbao. Sin embargo, no se restituyó la totalidad del conjunto, desconociéndose la ubicación de algunos cuadros como el Retrato de joven caballero anteriormente atribuido a Frans Pourbus y el Retrato de María Cristina de Borbón, a Vicente López.
En 2018 uno de los herederos de Ramón de la Sota y Aburto localizó el Retrato de joven caballero en la llamada “Colección artística de Paradores de Turismo” y lo puso en conocimiento de la familia que, de inmediato, procedió a su reclamación. En este contexto, se pudo localizar también el Retrato de María Cristina de Borbón.
Ramón y Cajal Abogados ha representado a los herederos en la reclamación frente al Ministerio de Industria, Comercio y Turismo. La Secretaría de Estado de Turismo, previo informe favorable de la Abogacía General del Estado, ha resuelto admitir la reclamación al reconocer el derecho preferente de los herederos como titulares de los cuadros frente al de la Administración del Estado, al no poder justificar Turespaña un título de compra ni ser aplicable la usucapión como forma de adquisición a pesar de su posesión durante décadas.
La firma del acta de devolución de los dos cuadros y su entrega tuvo lugar el viernes 17 de junio en el Museo de Bellas Artes de Bilbao, donde están depositados en calidad de comodato para su estudio y exhibición.
La familia Sota y el Museo de Bellas Artes de Bilbao
El vínculo de la familia Sota con el Museo de Bellas Artes de Bilbao se remonta a 1919 con la donación del espléndido Retrato de la condesa Mathieu de Noailles, pintado en 1913 por Ignacio Zuloaga y comprado seis años después por Ramón de la Sota y Llano para el entonces recién creado museo. La generosidad de la familia con el museo se ha mantenido a lo largo del tiempo, enriqueciendo la colección con numerosas obras procedentes de la galería del ilustre naviero bilbaíno y su familia.
Es el caso del boceto Vuelta de la romería que el pintor bilbaíno Anselmo Guinea realizó en 1899 para las vidrieras de la escalera del palacio de Ibaigane, residencia en Bilbao de Ramón de la Sota. Adquirida por el museo en 2008, es una pieza decorativa con un claro lenguaje modernista que deja patente el interés de Sota por el arte renovador. En ese sentido, destaca su adquisición de El aldeano de Bakio, pintada por Adolfo Guiard en 1888 y considerada la primera gran referencia del arte vasco de vanguardia. Comprada por el museo en 2019 a los herederos de Sota, su incorporación reúne tres obras fundamentales del pintor que, en origen, pertenecieron a la colección de Ramón de la Sota: la citada El aldeano de Bakio, La siega (1892), depositada en 1999 por una colección particular de Bilbao, y De promesa (1894), adquirida en 2008.
Sota fue también propietario del chalet Lertegui en Getxo, en cuyo jardín se hallaba el imponente bronce El timonel, que encargó al escultor Quintín de Torre en 1913. La obra se mantuvo siempre en la familia hasta su donación al museo en 1975 por parte de las hermanas Vilallonga de la Sota. El interés de la familia por la vanguardia queda también reflejado en dos obras de Antonio de Guezala del museo. Por un lado, La puerta giratoria, considerada la obra cumbre del artista. En este maravilloso lienzo, que entró en el museo en 2003, Guezala retrató a Begoña de la Sota y Aburto, hija de Ramón de la Sota y Llano. Precisamente, Begoña de la Sota donó en 1972 Campesinas vascas con frutas y hortalizas, que Aurelio Arteta había pintado hacia 1913-1915. En segundo lugar, Noche de artistas en Ibaigane, en donde Guezala recogía una bulliciosa fiesta celebrada en la residencia familiar. Adquirido por el museo a los herederos de Sota en 2008, fue pintado para Manuel de la Sota y Aburto -hijo de Ramón-. Fue este quien, en 1979, legó un espléndido biombo de José María Ucelay fechado en 1935, al que se sumaron, un año después, un retrato pintado por Hubert Denis Etcheverry de 1891 y un anónimo del siglo XVII que representa a San Francisco de Borja.
Ramón de la Sota se interesó también por el arte antiguo. Entre las numerosas piezas que llegó a reunir destacan el Retrato de Martín Zapater de Francisco de Goya y La Piedad de Luis de Morales. Dos obras que concluida la Guerra Civil y restituidas a la familia, terminaron en la colección del museo en 1980 legadas por don Ramón de la Sota y Aburto -hijo de Ramón de la Sota y Llano. En esa línea, el lienzo del siglo XVII Virgen con el Niño y retratos, de Pedro Atanasio Bocanegra fue donado por Blanca, Begoña y Aranzazu Alzola de la Sota en 2002.
Por último, hay que reseñar la estrecha participación de los miembros de la familia Sota en los órganos de gestión del Museo de Bellas Artes de Bilbao. Alejandro de la Sota, Luis y Juan Olabarri Sota y José María Sota Poveda fueron vocales vecinos de la Junta del Patronato; Ramón de la Sota y Aburto fue presidente del museo durante 1919-1920 y promotor de su biblioteca en el año 1918; por último, su hijo Patrick de la Sota fue presidente efectivo entre 1979 y 1987. Durante su mandato, el museo cobró notable impulso con la ampliación del edificio, la creación de nuevos servicios (gabinete de estampas, departamento de educación, tienda-librería, biblioteca y cafetería) y el notable incremento de las colecciones, así como por la gran donación que efectuó de publicaciones periódicas y revistas de arte.