Actualidad
06-02-13

Presentación de la Donación Vicente Larrea
El escultor Vicente Larrea dona siete obras al Museo de Bellas Artes de Bilbao
Recientemente el escultor Vicente Larrea (Bilbao, 1934) ha donado al museo siete esculturas, seis en bronce y una en acero inoxidable, realizadas entre 1967 y 2002. Son todas ellas piezas únicas procedentes de la colección del artista y están valoradas en 645.000.
Donación 2012
1.- Espacio para una vida I, 1967. Bronce. 35 x 43 x 55 cm
2.- Cadena 3, 1968. Bronce. 33 x 16 x 22 cm
3.- Proyecto para una cárcel deshabitada, 1969. Acero inoxidable. 52 x 60 x 67 cm
4.- Santimamiñe uno bis (Ferroviario), 1971. Bronce. 52 x 28 x 37 cm
5.- Achúcarro, Alzola y Hoffmeyer, 2002. Bronce. 29,5 x 58 x 26 cm
6.- Churruca, 2002. Bronce. 62,5 x 51 x 61 cm
7.- Bastida, 2002. Bronce. 37,5 x 31 x 32 cm
El conjunto se muestra ahora en la sala 32 del museo, acompañado de otras cuatro piezas suyas de la colección del museo, para dar una idea de la trayectoria del artista bilbaíno desde sus inicios en la escultura constructiva y geométrica hasta alcanzar un estilo característico basado en el desarrollo libre de elementos orgánicos.. Son esculturas construidas por una lámina continua, de apariencia natural y espesor variable, que fluye según un ritmo ondulante y barroco en el que intervienen la masa, el hueco en sombra y el dibujo de los bordes.
Otras piezas expuestas
1.- Homenaje a Kirikiño, 1966. Bronce y piedra. 52 x 34,5 x 51,8 cm. Adquirido en 1990
2.- Cepa 2, 1967. Madera pintada. 198 x 170,5 x 70 cm. Donación del artista en 2010
3.- Formas concéntricas, 1968. Acero inoxidable. 42 x 40 x 30 cm. Adquirido en 1968
4.- Dodekathlos, 1997-1998. Bronce. 85 x 88 x 42 cm. Donación del artista en 2003
Las obras Achúcarro, Alzola y Hoffmeyer, Churruca y Bastida que ahora se presentan son las maquetas en bronce para las piezas homónimas y en mayor tamaño que, entre 2003 y 2004, se situaron en la plaza San José de Bilbao y constituyen un homenaje a los ingenieros, urbanistas y arquitectos que contribuyeron a la definición urbanística de la ciudad.
Por su parte, Dodekathlos, que fue también donada al museo por Larrea en 2003, es un torso en homenaje a los atletas que realizaban las doce pruebas del dodecatlón y también a los trabajadores del astillero Euskalduna. Pertenece a una serie de esculturas que, desde 1987, recuperan motivos figurativos antropomórficos y es un ejemplo también de los bronces que sirven de referencia para grandes esculturas públicas en hierro, pues su versión correspondiente se levanta en el entorno del Palacio Euskalduna de Bilbao.
Las obras de preparación y su versión definitiva son ejemplo de los materiales preferentes del artista, el hierro y el bronce, ambos en fundición, utilizado el primero en las obras de gran tamaño o tamaño mediano, que son, casi siempre, resultado de un proceso de ampliación y modificación de los modelos previos en bronce. El diferente material condiciona determinados aspectos de la obra, como el grosor de la lámina, proporcionalmente mayor en la escultura de hierro, y el modelado de la superficie, que en los bronces resulta más desmenuzado, fragmentando la luz, lo que produce un efecto de desmaterialización, como ocurre en la mencionada Dodekathlos.
Además de estas piezas, la colección del museo incluye uno de los mejores ejemplos de su estilo, La Venus de Santimamiñe (1985-1986. Hierro. 207 x 115 x 94,5 cm. Adquirido en 1986), cuyo título remite a la caverna con pinturas magdalenienses que se abre en Gautegiz Arteaga (Bizkaia). Se expone en el vestíbulo de entrada.
Vicente Larrea (Bilbao, 1934)
Inició su formación artística junto a su padre, el escultor bilbaíno José Larrea Echaniz, y la prosiguió en la Escuela de Artes y Oficios y en el Museo de Reproducciones de Bilbao. En 1957 se graduó como ingeniero técnico de Minas y Siderurgia. Este periodo inicial se completó con varias temporadas en el taller del escultor Raymond Dubois en la localidad francesa de Solesmes. En 1966 formó parte de los grupos Emen y Gaur. En 1968 realizó su primera exposición individual en la Galería Grises de Bilbao.
Con esa educación de taller que le proporcionó sólidos recursos, Vicente Larrea se inició en la abstracción en 1968 a través de esculturas de naturaleza constructiva geométrica, rectilíneas o curvas, que no presagiaban la obra posterior salvo en su inclinación por las estructuras dinámicas, de índole barroca, y por el modelado de la superficie. Después de alternar durante algún tiempo las formas geométricas con las orgánicas se decidió por las segundas, que sucesivamente se hicieron más complejas y cerradas hasta esconder el interior.
Junto a Mendiburu y Balerdi, Larrea forma una generación, dentro del arte vasco abstracto, que se caracterizó por su interés por las apariencias y las descripciones naturales, y por la exhuberancia de las formas y la intensidad de la expresión. En su caso, el recurso expresivo fundamental, que encontró en los primeros años setenta, es el de una lámina material continua, de grosor variable según la envergadura de la obra, que plegándose con libertad forma una escultura hueca, recorrida interiormente por una cavidad laberíntica siguiendo la tectónica de algunas cuevas naturales y con una barroca sucesión de formas en el exterior, de modo que los volúmenes plenos y los huecos sombríos llegan a establecer una relación imprecisa.
Texto: Javier Viar
Guía de artistas vascos, Museo de Bellas Artes de Bilbao, 2008.