Vuelta de la romería - Museo de Bellas Artes de Bilbao

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Vuelta de la romería

Guinea, Anselmo

Bilbao, 18/05/1855 - Bilbao, 10/06/1906

Óleo sobre lienzo

38 x 120,5 cm

1899

Final de siglo XIX

08/248

Adquirido en 2008

Tras varias décadas dispersos, la presente exposición permite reunir de nuevo los tres bocetos que Guinea realizó por encargo de Ramón de la Sota para la vidriera que alumbraría la caja de la escalera del palacio de Ibaigane, la residencia que el arquitecto Gregorio de Ibarreche le estaba construyendo en los años finales del siglo en Bilbao. Guinea comenzó a pintarlos aquí en la primera mitad de 1899, pero los concluiría en Artea (Castillo-Elejabeitia), donde pasó la primavera y el verano. A comienzos de julio Guinea informaba al coleccionista Alejandro Anitua de que «la vidriera de Sota la llevo muy adelantada y pronto la quitaré de encima para ocuparme en entero de tu cuadro». De hecho, es muy probable que los entregase al mes siguiente, cuando el pintor viajó a Bilbao y salió a navegar con el empresario frente a la costa vizcaína.

Con este encargo Guinea renovó la representación de las romerías en la pintura vizcaína, que, hasta la fecha, y por influencia de Antonioo María Lecuona, eran deudoras de las fórmulas empleadas por Teniers. Guinea huyó del anecdotismo de las obras de su maestro, como La romería (1864, colección particular) u Hor konpon, Juan Ramón (1886, colección particular), para adoptar soluciones compositivas que integrasen al espectador en la acción. Así, en las dos escenas en movimiento adopta una disposición en friso, con las figuras de perfil y cortadas a media pierna, que nos permite acompañar a los romeros en su paseo, mientras que en la estática, distribuye a los personajes en un semicírculo abierto en el primer plano para que podamos asistir al aurresku que se baila frente a la iglesia.

Los tres paneles son magníficos ejemplos de la facilidad con la que Guinea supo adaptar las claves del lenguaje modernista a un proyecto decorativo, resumidas en el empleo de un dibujo sinuoso, de una marcada línea de cierre que siluetea tanto las figuras como el paisaje, de intrincados arabescos en la vegetación, y de colores con escasas variaciones tonales (menos matizados incluso en los rojos, como en él era habitual entonces). Como acertadamente señaló Pilar Mur al tratar sobre En la romería, «existe además una fructífera tensión entre cierta caracterización de las figuras -Guinea podría haber retratado a personas concretas- y el estilizado y sintético fondo paisajista que en los árboles y en los parterres floridos alienta la inspiración japonesa». Lo cierto es que, entre los personajes que presencian el aurresku, creemos reconocer al pintor Mamerto Segui en la figura que, tocada con un canotier, cierra la composición por la izquierda. No sería extraño que se sirviese de su amigo como modelo, ya que ese verano también pasó una temporada en Artea.

Pese a que los paneles tienen distintos tamaños, en su paso a la vidriera fueron montados uno sobre otro, formando un gran rectángulo: la ida, arriba; el aurresku, en el centro; y la vuelta, abajo. De hecho, en cada uno ellos puede verse parte de la cenefa que los englobaría, sobre la que vuelve a superponer algunas de las figuras, como ya hiciera en La fuente de la salud.

Cuando, al año siguiente de terminados, Guinea exhibió los bocetos en la primera Exposición de Arte Modernista de Bilbao, Regoyos les dedicó varias líneas laudatorias: «También en las vidrieras del señor Sota, es Guinea el que convencerá al público, por ser el pintor popular naturalista y comprensible, al mismo tiempo, son aptas para el gusto de los artistas. La romería es su elemento, su campo de acción. Sin olvidar ningún detalle todos los romeros van desfilando; desde el cohetero y el tocador del silbo hasta el médico con el fiel, escogiendo con mucho arte las diferentes tintas de la vidriera y aprovechando las soldaduras con sabia elección y buen gusto de líneas. Es un arte literario de observador en la composición del zortziko con tipos chacolineros, como el borracho que se encuentra detrás del cura. También la otra composición del albokari con la flor en la oreja es muy típica; todos respiran alegría y la escena se adapta bien a la vidriera; es un arte nuevo que quisiéramos se generalizara en las lucernas de los vestíbulos y escaleras vascongadas». (Mikel Lertxundi Galiana)

Bibliografía seleccionada

  • "Una tarde en Castillo-Elejabeitia", El Nervión. 19/09/1899. p. 1.
  • Criticón [pseudónimo de Darío de Regoyos]. "Exposición de Arte Modernista. Anselmo Guinea", El Nervión. 13/08/1900. p. 1.
  • Pintores y escultores vascos de ayer, hoy y mañana. Bilbao, La Gran Enciclopedia Vasca, vol. III, 1973. pp. 260-261.
  • Anselmo Guinea, 1855-1906 : los orígenes de la modernidad en la pintura vasca [Cat. exp.]. Bilbao, Museo de Bellas Artes de Bilbao, 2012. pp. 223, 227, n° cat. 68.
  • Arte japonés y japonismo [Cat. exp.]. Bilbao, Bilboko Arte Ederren Museoa-Museo de Bellas Artes de Bilbao, 2014. p. 83, fig. 55.
  • Manauté, Benoit. La manufacture de vitrail et mosaïque d'art Mauméjean : flambe! illumine! embrase! . Bordeaux, Le Festin, 2015. p. 196, il.