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El mundo palatino atrajo notablemente a Zamacois, que recreó en numerosas de sus obras situaciones ficticias, en ocasiones con tintes cómicos, de diferentes cortes ambientadas en los siglos XVI y XVII y especialmente en el siglo XVIII. Este peculiar y detallado imaginario sobre escenas de palacio le llevó a representar a los bufones del rey, a nobles que conspiraban, a criados que robaban a sus amos, los pasatiempos que se celebraban en las antecámaras o, como en este caso, a sirvientes indiscretos. Todas ellas recogían actitudes cuestionables por las normas establecidas en palacio o simplemente recogían actividades que diariamente celebraban en él algunos de sus personajes y que se encontraban en sintonía con los nuevos gustos de las clases altas por los temas intrascendentes de época.

Eduardo Zamacois, que había obtenido sus primeros ingresos en París mediante el acuareleado de un album fotográfico, llegó a concebir la acuarela como una técnica independiente ajena al proceso creativo. A partir del auge que sufrió ésta técnica a mediados del siglo XIX y, quizá en la misma época en la que entró en contacto con Mariano Fortuny (otoño de 1866), Zamacois elaboró sus acuarelas con un gran maestría técnica, que tiene a este ejemplo uno de sus antecedentes En el reverso, el pintor realizó un apunte para una figura que, al estar inacabado, permite descubrir su manera de trabajar, la elaboración de un dibujo previo al que después aplicaba el color. (Javier Novo González)

Bibliografía seleccionada

• Marrodán, Mario Ángel. Panorama de la acuarela vasca : [LXXV exposición colectiva de la Agrupación de Acuarelistas Vascos]. Bilbao, Banco Bilbao Vizcaya, 1988. pp. 100-144, n° cat. 49.
• Dibujos, grabados y acuarelas [del] siglo XIX : de Goya a Benlliure : colección Museo de Bellas Artes de Bilbao [Cat. exp.]. Bilbao, Museo de Bellas Artes de Bilbao, 2007. pp. 146-149, n° cat. 241a.