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Este dibujo representa a una misma mujer vista desde diferentes ángulos o perspectivas, que permite pensar que se trate de un dibujo de estudio de anatomía en movimiento. Los robustos cuerpos femeninos, fisonomía predilecta de Iturrino, afloran torsionados a través de las sutiles y delgadas gasas de los vestidos que portan. Ambas presentan las articulaciones de las rodillas genuflexionadas, mientras que los brazos y codos, lejos de estar en reposo, apuntan desde sus diferentes y variadas posiciones a encontrarse en alegre movimiento.

La fisonomía de las figuras, los delgados vestidos de múltiples pliegues, el insinuante escote de una de ellas dejando asomar sus pechos, así como la disposición de los brazos y el arqueamiento de sus troncos, remiten a una tipología determinada de obras desarrolladas por el artista. En concreto, aquellas en las que, dispuestas sobre fondos florales y paisajísticos, un grupo de mujeres de lindas indumentarias y exuberantes anatomías danzan en corro asidas de las manos, y que bien pudieran haberse realizado en el jardín de La Concepción (Málaga)1. Al hilo de estas composiciones y figuras, la revista L'Art Decorative manifestó: (...) "A través de los transparentes vestidos se entreven miembros ardientes, caderas trepidantes, manchas oscuras... La forma se vislumbra bruscamente en sus leyes de masa y equilibrio, restituida con un golpe sin rebuscamiento, sin análisis, con una facultad fulminante de esquematización." (...). Iturrino debió de realizar por lo tanto esta obra hacia 1913-1916.

En 1913, su mujer tuvo que ser ingresada en el hospital psiquiátrico de Santa Águeda, Mondragón (Gipuzkoa), e Iturrino se retiró entonces a la hacienda de La Concepción en Málaga, propiedad de su amigo Rafael Echevarría, momento en el que el pintor realizó en los parajes exóticos que rodeaban la casa las que serían sus mejores obras. La libertad que le proporcionó el ingreso de su mujer y la consiguiente acogida de sus hijos por parte de su cuñada, hicieron que Iturrino viajara y trabajara intensamente durante estos años. Así, en 1914 expuso parte de su obra en el Salon de La Libre Esthétique de Bruselas, mientras que en 1915 estuvo presente en la muestra de la Asociación de Artistas Vascos de Bilbao y posteriormente en las Galerías Layetanas de Barcelona. En 1916, regresó nuevamente a Málaga, pasando por Madrid, donde expuso por primera vez en el Palacio del Retiro. Al hilo de estas exposiciones, fueron muchos los críticos de la época que alabaron el estilo y la obra del pintor. En esta década la producción de Iturrino adquirió una madurez de estilo y forma que, una vez aprehendidas las influencias belgas, parisinas y españolas, le condujo a desarrollar un estilo propio y personal. (Helena López Camacho, 2009)

Bibliografía seleccionada

• Joos, Petra. Francisco Iturrino, 1864-1924 [Cat. exp.]. Madrid, Fundación Mapfre, 1996. p. 218.
• Francisco Iturrino. Donostia-San Sebastián, Fundación Social y Cultural Kutxa, 1996. p. 218.
• Últimas décadas del siglo XIX-primera mitad del siglo XX : de Cézanne a Léger : colección Museo de Bellas Artes de Bilbao [Cat. exp.]. Bilbao, Museo de Bellas Artes de Bilbao, 2009. pp. 94-95, n° cat. 35.