Retrato de Carmen Gaminde de Hurtado - Museo de Bellas Artes de Bilbao

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Retrato de Carmen Gaminde de Hurtado

Egusquiza, Rogelio de

Santander, 20/07/1845 - Madrid, 10/02/1915

Óleo sobre lienzo

118,3 x 63,3 cm

Egusquiza (ángulo superior izquierdo)

1881

Último cuarto de siglo XIX

02/253

Donación de doña Sofía Icíar Aldecoa Mariscal en 2002

Aunque la producción más significativa de Rogelio de Egusquiza es aquélla que se encuentra relacionada con el mundo wagneriano, sus orígenes pictóricos, en cambio, se encuentran adscritos a la pintura de género que reinó en París durante el Segundo Imperio francés (1852-1870). Pintura que, especialmente durante la década de 1860, adquirió en Francia un fuerte auge sobre el resto de tendencias artísticas existentes, tanto en los Salones Oficiales como en la crítica de arte, e, incluso, en el mercado artístico, donde tuvo a la burguesía como su principal destinatario.

Realizada con un gran virtuosismo técnico y en pequeño formato, Egusquiza ejecutó hasta la década de 1880 un buen número de estas representaciones, ligadas al nuevo gusto burgués por las escenificaciones intrascendentes de época, y que, en su caso, le sirvieron para disfrutar de un gran prestigio artístico y social a ambos lados del Atlántico. Relacionada con este tipo de obra, merece la pena destacar la presentada en la Exposición Universal de París de 1878 Concierto en familia (Colección particular) o la realizada en 1885 Una noche en Venecia, obra que demuestra cómo para ésta fecha Egusquiza, que ya se había reunido varias veces con Wagner y había realizado algunas composiciones ambientadas en el mundo iconográfico del compositor alemán, mantenía la vertiente de pintura costumbrista y anecdótica, de claro regusto burgués, en su repertorio.

Egusquiza, gracias a su formación junto a Léon Bonnat (1833-1922), así como por los diferentes encargos que recibió de la burguesía, acometió eficientemente un buen número de retratos de los cuales, una buena relación de ellos fue recogida por Beruete, género en que se le puede considerar un gran artífice. En este sentido, en este Retrato de Carmen Gaminde de Hurtado, realizado en 1881, ya se aprecia una cierta impronta simbolista, que Egusquiza desarrolló fervientemente en adelante el hieratismo, la mirada perdida, o los fondos neutros, también los posee su obra de 1908 Elsa de Lohengrin cantando en Barcelona (Colección Caja Cantabria). Por su parte, las influencias que presenta la obra la distancian de cualquier convencionalismo establecido para el retrato de aparato del Segundo Imperio, que el propio Egusquiza elaboró y que con especial maestría aplicaron en sus retratos, por ejemplo, Carolus-Duran (1837-1917) o Léon Bonnat, que fuera maestro del pintor cántabro y uno de los máximos representantes del retrato de este periodo.

No obstante, Egusquiza mantuvo en esta obra numerosas características de la pintura preciosista, la cual desarrolló activamente este año en obras como Mujeres en un interior, 1881 y Bella joven, 18815. Entre ellas se encuentra el virtuosismo técnico, especialmente en las calidades matéricas, así como una coloración dulce y aburguesada en los rosas y azules de la ropa de la retratada. En relación a ésta, su retrato hacia pareja con otro de Ricardo Gaminde, ambos afincados en Francia, país en donde, según Beruete, fueron efigiados ambos. (Javier Novo)

Bibliografía seleccionada

  • Beruete y Moret, Aureliano de. Rogelio de Egusquiza : pintor y grabador. Madrid, Blass y Cia, 1918. p. 45. (Con el título Retrato de la señorita de Gaminde).
  • De Goya a Gauguin : el siglo XIX en el Museo de Bellas Artes de Bilbao [Cat. exp.]. Bilbao, Museo de Bellas Artes de Bilbao, 2008. pp. 335-337, n° cat. 65.
  • Viar Olloqui, Javier. Pacho Gaminde, la sombra de Sócrates. Bilbao, Muelle de Uribitarte, 2009. pp.75-76.
  • El espíritu de una época : Boldini y la pintura española a finales del siglo XIX [Cat. exp.]. Madrid, Fundación Mapfre, 2019. pp. 60, 76, 250-251, n° cat. 62.