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Tras estudiar con el paisajista francés Charles François Daubigny (1817-1878), quien le recomendó pintar en las orillas de los ríos -como el Sena, el Oise o el Marne-, y tras recibir la influencia de la Escuela de Barbizon -con ConstantTroyon (1810-1865) a la cabeza, influjos que el pintor asimiló paulatinamente. Así Rico presenta en sus paisajes, entre otras características, una gama cromática más variada, orientada a una mayor luminosidad, y se desprende de las formas duras y de la rigidez en el dibujo, el cual llegó a dominar a su antojo, tal y como lo demuestran los numerosos ejemplos publicados en las revistas de la época.

La evolución estilística de Martín Rico alcanzó su apogeo en 1878, año en el que presentó en la Exposición Universal de París sus primeros paisajes de Venecia. El éxito en este certamen asentó definitivamente un nuevo estilo, más personal, con el que el pintor se granjeó una gran reputación crítica y comercial. En este sentido, Rico, que había residido en Granada con Mariano Fortuny (1838-1874) en 1871, viajó un año después con éste por Italia, donde la luminosidad de Venecia, así como el pintoresquismo de sus parajes, le causaron una honda impresión. La pintura de Rico se llenó de la luz, así como depuró su técnica preciosista, aspectos ambos motivados en gran medida por la influencia de la obra de Fortuny. A este periodo se corresponde la obra del Museo en la cual se recogen las características que predominaron en los paisajes venecianos de Rico, desde una factura suelta, de dibujo vibrante y pinceladas ajustadas, apenas sin empaste, a un color estudiado de entonaciones claras, que en el caso de esta obra se reconocen en el azul del celaje y el agua, los verdes de las hojas y la hierba -con espontáneos toques de rojo y los colores pardos y grises claros del terreno y las edificaciones. Además, el pintor empleó toques de color blanco para aumentar la sensación lumínica.

Este tipo de obra veneciana se convirtió en la delicia de los coleccionistas, por lo que Rico acabó dedicando a ellas una gran parte de su producción artística. Tal y como apunta Pantorba, "a partir de 1879, todos los veranos, exceptuando el de 1893, que pasó en Toledo, trasladábase Rico a Venecia. Pintaba allí cada año un número de óleos que oscilaba entre diez y veinte y algunas acuarelas. Gustábale trabajar en su góndola, únicamente los días de sol, dedicando los nublados al descanso. Esos óleos y acuarelas los llevaba, en su mayoría, al mercado de París, de donde muchos pasaban, adquiridos a buenos precios, a Norteamérica". Fue tal el éxito que obtuvieron sus obras, que hubo un determinado momento en el que se consideró que una colección norteamericana estaba incompleta si no colgaba de sus paredes una "Venecia" de Rico. [Javier Novo González, 2008]

Bibliografía seleccionada

• Rico, Martín. Recuerdos de mi vida. Madrid, Cultura Hispánica, 1907.
• Lasterra, Crisanto de. Museo de Bellas Artes de Bilbao : catálogo descriptivo : sección de arte antiguo. Bilbao, Museo de Bellas Artes de Bilbao, 1969. p. 98, n° cat. 209. (Con el título Paisaje con río, y atribuido a RICO Y ORTEGA, Martín).
• De Goya a Gauguin : el siglo XIX en el Museo de Bellas Artes de Bilbao [Cat. exp.]. Bilbao, Museo de Bellas Artes de Bilbao, 2008. pp. 229-233, n° cat. 35.
• El paisajista Martín Rico, 1833-1908 [Cat. exp.]. Madrid, Museo Nacional del Prado, 2012. pp. 82, 116.