Exposiciones
La obra invitada
Finalizada
06-10-2009 • 10-01-2010
Reflejo con dos niños (Autorretrato)
Arte contemporáneo - Planta 1
Desde 2001 el Programa La Obra Invitada expone obras singulares de diversos museos o colecciones con el propósito de enriquecer la visión de autores de la colección permanente del Museo de Bellas Artes de Bilbao, o de mostrar autores no representados en ella. En 2004 la Fundación Banco Santander se sumó a esta iniciativa, patrocinando cada una de sus nuevas ediciones, haciendo posible la organización de varias convocatorias anuales y, en ocasiones, prestando obras de su propia colección.
En esta edición, la vigésima octava, se presenta Reflejo con dos niños (Autorretrato), una pintura de Lucian Freud (Berlín, 1922), fechada en 1965 y perteneciente a la colección del Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid. Freud es uno de los pintores vivos más importantes del arte contemporáneo y uno de los más representativos de su generación, pues ha jugado un papel fundamental en la continuación de la tradición figurativa en la pintura británica del siglo XX.
La obra Reflejo con dos niños (Autorretrato), en donde el pintor se representa a sí mismo acompañado por sus dos hijos pequeños, se enmarca dentro de su estilo más personal, caracterizado por la representación del ser humano en retratos y desnudos a través de un realismo descarnado y meticuloso, y por el uso de una paleta de colores neutros.
El interés de Freud -nieto del padre del psicoanálisis- por la representación del ser humano como una criatura atormentada, se inscribe en el clima existencialista europeo de entreguerras y se refleja también en la pintura de otros artistas, como su gran amigo Francis Bacon. Ambos pintores se conocieron en 1945 en Londres, ciudad en la que Freud residía desde que en 1933 su familia abandonara Alemania huyendo del nazismo. La amistad y los intereses pictóricos comunes hicieron que se retrataran el uno al otro en numerosas ocasiones. El estilo de Bacon también influyó en Freud, que progresivamente fue adoptando una pincelada más suelta, tal y como puede apreciarse en la obra del Thyssen que ahora se muestra.
Reflejo con dos niños (Autorretrato) de Lucian Freud del Museo Thyssen y Figura tumbada en espejo de Francis Bacon del Museo de Bilbao, pintadas con apenas 6 años de diferencia, cuelgan ahora juntas y permiten reflexionar sobre la soledad de la existencia contemporánea a través de dos visiones que comparten el interés por la figura humana y el recurso del espejo que refleja, y deforma, la realidad.
La obra del artista británico nacido en Berlín Lucian Freud, nieto del psicoanalista Sigmund Freud, se ha alimentado siempre de la tensión existente entre la realidad y la materia, entre lo visual y lo táctil. Ya desde sus primeras pinturas, fechadas en la década de los años cuarenta, de una minuciosidad primitivista y un cierto aire neorromántico y surreal, tomó partido por el arte figurativo, en contra de las corrientes abstractas dominantes entonces. Además, su obsesión por el cuerpo humano le llevó a hacer una original reinterpretación del género del retrato.
En sus numerosos autorretratos, el pintor aparece siempre con un gesto forzado, guiñando los ojos, mirando de reojo o hacia abajo, con una mirada que evidencia el esfuerzo que debe hacer para representarse por intermediación de un espejo. Reflejo con dos niños (Autorretrato), de 1965, combina un intenso contrapicado del artista con su cuerpo retorcido para alcanzar a ver su propio reflejo en un espejo colocado sobre el suelo a sus pies, con la forma semiabstracta de la lámpara que se cierne sobre él.
Toda la composición no es otra cosa que un reflejo especular, que se refuerza por el fondo gris liso que hace resaltar aun más los toques de luz que se concentran en el rostro y en las manos. La imagen no se capta claramente a primera vista, dado que se trata de uno de los primeros autorretratos en los que Freud experimenta con un juego de dos espejos, y el espectador es forzado a recorrer con sus ojos la figura hacia arriba para encontrarse directamente con la mirada del artista.
Por otra parte, la imagen de sus dos hijos pequeños, Rose y Ali, nacidos de su relación con Suzy Boyt, que aparecen en el ángulo inferior izquierdo, está inspirada en una ilustración de la tumba del enano Seneb y su familia, del Museo de El Cairo, que aparecía en el manual de arte egipcio Geschichte Aegyptens, de J.H. Breasted, su indispensable companion durante toda su larga carrera de pintor.
La técnica pictórica utilizada, de grandes y expresivos brochazos, se puede relacionar con los retratos de Frans Hals a quien el pintor consideraba un artista moderno debido a su tosquedad. Freud, que, no por casualidad, William Feaver definió como el "Hals de Paddington predispuesto a la espontaneidad", se acerca al modo en que el maestro holandés aplicaba las pinceladas de forma firme y directa, con un pincel de cerdas rígidas, bien empapado de pintura, para acentuar la acción del artista en la cristalización del modelo sobre el lienzo.
Texto: Paloma Alarcó
Conservadora de Pintura Moderna, Museo Thyssen-Bornemisza
Lucian Freud (Berlín, 1922)
Reflejo con dos niños (Autorretrato), 1965
Óleo sobre lienzo, 91 x 91 cm
Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid
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