Exposiciones

Finalizada
23-01-2024 • 09-06-2024
Out of Control. Reports on the Atomic Bomb
Beatriz Caravaggio
Sala 4
En el marco del programa conjunto de creación en videoarte de la Fundación BBVA y el Museo de Bellas Artes de Bilbao se presenta Out of Control. Reports on the Atomic Bomb, un encargo de la Fundación BBVA a Beatriz Caravaggio. El hilo conductor de la película son archivos desclasificados en los que se recogen con todo detalle los experimentos realizados, pero también se incluyen imágenes de las campañas dirigidas a los ciudadanos para protegerse ante un ataque nuclear. Out of Control. Reports on the Atomic Bomb contrapone el relato aséptico de la precisión, sofisticación y control propios de los experimentos científicos con la imagen del descontrol de la carrera nuclear y las voces de las víctimas.
El 16 de julio de 1945 se lleva a cabo en Nuevo México la primera detonación atómica, la prueba Trinity, una explosión de 20 kilotones que evidencia un poder destructivo nunca visto. Tan solo 21 días después, la bomba Little Boy hace blanco en Hiroshima y, tres días más tarde, Fat Man impacta sobre Nagasaki. En esos impactos mueren doscientas mil personas, a las que más tarde se suman enormes cantidades de fallecimientos por las quemaduras, la radiación, el cáncer, la falta de medicamentos y la malnutrición.
Desde entonces, Estados Unidos, la antigua Unión Soviética, Reino Unido, Francia, China, India, Pakistán y Corea del Norte han llevado a cabo más de dos mil pruebas nucleares. Los gobiernos filmaron sistemáticamente estos ensayos, acumulando miles de archivos audiovisuales. Se filmaban para estudiar de manera científica el desarrollo de la detonación, al igual que se escribieron centenares de informes clasificados, en los que se diseccionaba la totalidad de la operación nuclear. Nada quedaba sin documentar, sin medir, en unos informes en los que el ser humano, los animales y la vida eran tan solo un objeto formal de análisis e intervención, expulsando del ámbito de consideración de esos miles de páginas todo lo que tuviera que ver con el dominio de la ética, el respeto al principio de dignidad y a la conservación de la vida.
Hoy sabemos bien que del poder aplicado del conocimiento surgen soluciones eficaces e imprescindibles a problemas acuciantes y, en algunas esferas, que de ese mismo poder, nace el peligro. La precisión y el control de los ensayos nucleares, capturados en imágenes e informes objetivados -en los que pivota la obra Out of Control. Reports on the Atomic Bomb- desembocan en gigantescos arsenales de armas de destrucción masiva, consecuencia de una carrera armamentista imparable y fuera de control. La ciencia es una fuerza transformadora y liberadora fundamental, pero la continuidad y la mejora de la vida en la Tierra depende también del diálogo con otras construcciones culturales, de las humanidades al arte, y de la participación de fuerzas sociales plurales en aquellas decisiones que involucren riesgos existenciales a escala global.
“Cuando recibí el encargo, la Fundación BBVA me propuso tres temas entre los que elegí el armamento nuclear por las enormes consecuencias que ha tenido y tiene para la humanidad, para la vida en la Tierra, como amenaza latente existencial, y también porque veía un potencial artístico enorme en él”, explica la artista.
En Out of Control. Reports on the Atomic Bomb, la artista quiere contrastar la extrema precisión, sofisticación y control propios de la ciencia -reflejada en los numerosos documentos desclasificados y filmaciones sobre las distintas las pruebas nucleares- con el descontrol ejemplificado por la carrera armamentista en la que participan países de regímenes políticos y sociales bien distintos con armamentos que no hacen más que crecer. El producto de la investigación científica escapando enteramente al control de los propios investigadores.
El inicio del proyecto artístico y fílmico fue precedido de un largo y amplio trabajo de documentación e investigación de los distintos materiales existentes, y de la lectura de literatura especializada sobre el desarrollo de la bomba atómica, su uso sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki y la posterior carrera armamentista: “Para mí ha sido un proceso de estudio intenso, revelador y a la vez emocionante”.
“Tuve claro desde el inicio qué parte o faceta de la historia quería contar. No quería hacer una obra al uso, porque lo más habitual en el videoarte y el cine es centrarse en la investigación que llevó a la bomba, en la compleja figura de Oppenheimer y en las bombas de Hiroshima y Nagasaki y detenerse ahí. A mí me resultaba más interesante la posición de la ciencia respecto a otros campos, porque desde el principio encontré las palabras de Oppenheimer en las que explica que ser científico no le otorga una cualificación para responder a qué se debe hacer o cómo se debe usar la bomba atómica. Acepta plenamente que el ámbito del ‘debe’, de los valores, la ética y los fines o usos queden en manos de otros: los políticos y los militares. Esa renuncia a interrogarse en tiempo real sobre los valores y la naturaleza de los objetivos, esto es, cuando se está desarrollando un proyecto científico de enormes consecuencias potenciales, y no solo a posteriori, realmente me llama la atención y es una de las razones por las que pienso que algunos grandes desarrollos científicos deben tomar forma en diálogo con otras construcciones culturales, con las humanidades y los valores, en el que la propia comunidad científica participe y también la población a través de formas de consulta con organizaciones sociales plurales”.
La columna vertebral de la película son los experimentos nucleares “Es el hilo conductor que me ha servido para tocar los distintos temas que me interesaban. Quería hablar de los efectos de las armas nucleares, en primer lugar, sobre las personas, pero también sobre los animales, los ecosistemas, la naturaleza y la vida”, señala la artista.
“Uno de los elementos más importantes de la película es el contraste entre la sofisticación científica y la asepsia deshumanizada de los documentos desclasificados -representados por la voz en off que reproduce fragmentos extraídos– y la parte humana de las voces en japonés de los supervivientes”. Esa contraposición es muy palpable cuando por ejemplo la voz en off dice como conclusión que las bombas actuaron conforme a lo previsto con una gran eficacia destructora y la superviviente recuerda que “entre los cascotes, asomaban los cadáveres con la mano levantada, como rogando ser salvados”.
“Algo que he tenido claro en todo momento es que no quería un documental científico o didáctico, sino que mi objetivo era crear una obra 'humanizada' en la que veamos que todos podemos ser víctimas como lo fueron también los soldados que se usaban como cobayas en algunos experimentos”.
Por otro lado, le preocupaba que la estética de algunas imágenes desviaran la atención sobre su significado: “Hay imágenes que son bellas, pero es una belleza engañosa; no puedes dejarte llevar por ella porque estarías banalizando lo que representa la obra, sería una frivolidad. En ese sentido también funciona la contraposición con la información de los experimentos, que rebajan esa impresión de belleza. Por eso en la película utilizo datos, por ejemplo, sobre el rendimiento de la detonación, y eso pone la imagen en su lugar. Algunas de las imágenes más impactantes desde el punto de vista estético corresponden a un experimento sobre el que aporto un dato tremendo: que fue uno de los 35 experimentos atómicos realizados en el mismo lugar en un periodo de cuatro meses. Es una barbaridad, un atentado contra el medio ambiente y los animales. De hecho, en una de las pantallas se ve cómo sale corriendo un animal, representando la vida amenazada”.
La película se exhibe en un formato multicanal, con cuatro pantallas, una decisión muy meditada y basada en el afán de investigar nuevos caminos creativos: “En Out of control, como siempre nos ocurre a los artistas, quise investigar, dar un paso más y comprobar hasta dónde me podía llevar el uso de material de archivo, pero en cuatro pantallas. Ahí me enfrenté a un problema y es cómo va a poder el espectador asumir tanta información sin provocarle rechazo. Y para que la información visual fuera asumible desarrollé una estructura matemática: planos que se van superponiendo y relacionados de dos en dos. En realidad, son dos dípticos anidados en los que por un lado se relacionan las pantallas 1 y 3 y por otro la 2 y la 4. Esto tiene la enorme complejidad de encontrar imágenes que puedas emparejar porque por ejemplo sean dos tiros de cámara del mismo plano y que duren lo suficiente para hacer esa sobreposición”.
De hecho, a la hora de explicar qué aporta el lenguaje del videoarte a esta narración respecto a la cinematografía convencional, Caravaggio matiza: “Cada vez más las fronteras entre los lenguajes audiovisuales son más difusas. Siempre existió el cine experimental, que para mí es lo más parecido a lo que hoy llamamos videoarte, y se caracteriza porque no es un desarrollo convencional de la narración y te permite experimentar, pero yo no experimento porque sí, sino para buscar nuevos caminos que muestren lo que quiero decir. Pero tal y como yo concibo y desarrollo el videoarte no es algo en que cabe todo y en donde pongo unos planos sin orden ni sentido, es solo que el poder de experimentación es mayor. El problema es que ahora mismo este tipo de obra está fuera de los circuitos cinematográficos. A veces se justifica alegando que el público no lo va a entender, pero en mi opinión no es así. Películas como Out of Control están al alcance de todo el público. Y hablo de película porque rompe el límite entre videoarte y cine”.
El lenguaje natural de la película es el inglés, los documentos desclasificados, los materiales de archivo que se utilizan, es decir, la materia prima, están en inglés. (salvo el japonés para los supervivientes), con subtítulos en español.

Beatriz Caravaggio
Nace en Oviedo y obtiene la licenciatura en Filología Inglesa por la universidad de su ciudad natal. Posteriormente se traslada a Madrid y cursa estudios de música y cinematografía. Ha centrado su actividad artística y profesional en el campo del videoarte y el cine de no ficción. Su trabajo comprende videoinstalaciones, documentales de creación, fotografía y net.art. Sus obras se han expuesto en el Museo de Bellas Artes de Bilbao, en la Fundació Joan Miró y el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona; en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, La Casa Encendida, el Círculo de Bellas Artes o el Media Lab Prado en Madrid; en el Museo Patio Herreriano en Valladolid; en el Toledo Museum of Art en Ohio, Estados Unidos; en el Banff Centre for Arts and Creativity y el Soundstreams en Toronto, Canadá; en la Biennale of Electronic Arts Perth, en Australia, o en el Rockport Chamber Music Festival, en Massachusetts, Estados Unidos, entre otros. Ha recibido diversos premios y ayudas a la creación, como la Ayuda a la Producción Cinematográfica del ICAA; la Ayuda a la Creación del Centro de Creación Contemporánea Matadero Madrid; el Premio Oscil·lant del Festival Minima por la obra ¿Por qué mutan las moscas mecánicas? y el Premio Net.Art Visual por su obra Cartografía de la sospecha.
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