Exposiciones
Finalizada
13-11-2006 • 28-01-2007
Carlos de Haes. Dibujos y grabados
El Papel del Arte (IV)
Sala 33
EL PAPEL DEL ARTE presenta, gracias al patrocinio de FUNDACIÓN BANCAJA, una serie de exposiciones monográficas dedicadas a la obra sobre papel. Se trata, en unos casos, de obras pertenecientes a la colección del Museo y, en otros, procedentes de otras colecciones. De este modo, el programa da estabilidad a una de las líneas expositivas tradicionales del Museo que pretende poner en valor las obras sobre papel, que no pueden exponerse de forma permanente debido a que el soporte en el que están realizadas es extremadamente sensible a la luz y a las variaciones ambientales de humedad y temperatura.
En esta ocasión, la exposición reúne 57 dibujos y grabados de Carlos de Haes (Bruselas, 1826–Madrid, 1898), que forman parte de la colección del Museo. El origen de este conjunto de obras se sitúa en la estrecha vinculación que el pintor tuvo con la localidad vizcaína de Algorta, a donde iba a pintar con su discípulo y amigo Jaime Morera (Lleida, 1854–Madrid, 1927). En una de esas estancias, Morera conoció a Felisa Alday, con quien se casó en 1900. Años más tarde, en 1952, Felisa Alday donó 49 obras –6 dibujos y 43 grabados–, que se sumaron a donaciones previas de óleos pintados por Haes y Morera. Los otros 9 grabados fueron adquiridos por el Museo a la Calcografía Nacional en 1988. Se incluye también un retrato del pintor, realizado al aguafuerte por Ignacio Suárez Llanos (Gijón, 1830–Madrid, 1881).
Evocaciones de memoria o del natural, bocetos preparatorios, ejercicios de mano, apuntes de viaje o dibujos para grabado, estas obras muestran, en paisajes y tipos populares, la visión más personal del trabajo del pintor.
CARLOS DE HAES (Bruselas, 1826–Madrid, 1898)
Carlos de Haes es uno de los paisajistas más importantes de la segunda mitad del siglo XIX. En 1835 su familia se trasladó a Málaga, donde recibiría lecciones de dibujo. Esta primera formación, de corte academicista, le proporcionó sólidos conocimientos técnicos en los que basó toda su producción artística. En 1850 regresó a su Bruselas natal, y allí el estudio de la importante tradición del género del paisaje y el descubrimiento de la pintura al aire libre determinaron sus temas y su estilo.
A su vuelta en 1856, comenzó a ser conocido, a través de su participación en las recién creadas Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, por sus paisajes tomados directamente del natural, que despertaron el interés del público y la crítica. A este éxito incipiente se sumó su admisión, en 1857, como profesor de Paisaje de la Escuela de Pintura de la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Desde allí, y a partir de su magisterio, influyó en otros destacados pintores, como Aureliano de Beruete, Jaime Morera, y Darío de Regoyos, entre otros, que renovarían el género del paisaje en la pintura española, contribuyendo decisivamente a su puesta en valor.
Por esa época comenzó a viajar por la geografía peninsular en busca de nuevos motivos pictóricos, para los que realizaba pequeños estudios dibujados o pintados directamente del natural. Además, obtuvo con su pintura numerosos galardones, como las primeras medallas en las exposiciones nacionales de 1858, 1860 y 1862. En 1860 fue nombrado Académico de Bellas Artes, y para la ocasión expuso su ideario estético en el discurso De la pintura de paisaje antigua y moderna.
Los dibujos pueden agruparse en diversas tipologías: ejercicios de mano, bocetos preparatorios, dibujos de viajes o para ser grabados. La mayoría obedece a un planteamiento pictórico, y en ellos se muestran paisajes de cualidades atmosféricas, con un primer término vacío, un segundo en donde se dispone el motivo principal y un tercero, de lejanía.
Haes fue sobre todo pintor, pero durante un breve periodo de tiempo se dedicó también al grabado, que se vio obligado a abandonar por motivos de salud, ya que los ácidos empleados para grabar dañaban su vista. Los grabados, de pequeño tamaño, pueden dividirse temáticamente en dos grandes grupos. Por un lado, los estudios de paisaje, de herencia romántica y tomados directamente del natural, en donde se representan árboles, cursos fluviales, playas y marinas, paisajes de montaña y entornos rurales, la mayoría animados por pequeñas figuras. Por otro, una serie de estampas donde se presentan tipos populares –un pastor, una aguadora,…–, generalmente rurales, y que, probablemente, fueron concebidos para alguna publicación ilustrada.
A pesar de que su producción no fue muy extensa –se conocen unas 70 estampas de su mano realizadas entre 1862 y 1865–, Haes y su taller recuperaron la técnica del aguafuerte en el panorama artístico español, a ejemplo del renacimiento de esta técnica que, durante los primeros años de la década de 1860, se estaba ya produciendo en Francia en el entorno de la Escuela de Barbizon. Fue, pues, un resurgimiento impulsado por los pintores paisajistas, lo cual condicionaría los temas y su forma de representarlos: entornos naturales plasmados con un tratamiento pictórico. En ese contexto, Carlos de Haes produjo una obra renovadora y de gran influencia en toda una generación de discípulos que configuraron, junto al maestro, una nueva definición del género del paisaje.
Carlos de Haes (Bruselas, 1826–Madrid, 1898)
El puente, c. 1862
Aguafuerte sobre papel, 37,9 x 29 cm
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