Exposición: Amable, Balerdi, Basterretxea, Chillida, Mendiburu, Oteiza, Sistiaga, Zumeta - Museo de Bellas Artes de Bilbao

Finalizada

26-01-2016 • 25-04-2016

Amable, Balerdi, Basterretxea, Chillida, Mendiburu, Oteiza, Sistiaga, Zumeta

1966 | Gaur konstelazioak | 2016

Sala 32


La designación de San Sebastián como Capital Europea de la Cultura en 2016 constituye una ocasión única para profundizar en el trabajo de un grupo de artistas vascos –por orden cronológico, Jorge Oteiza (1908-2003), Eduardo Chillida (1924-2002), Néstor Basterretxea (1924-2014), Amable Arias (1927-1984), Remigio Mendiburu (1931-1992), José Antonio Sistiaga (1932), Rafael Balerdi (1934-1992) y José Luis Zumeta (1939)– que en 1966 convergieron en la fundación del grupo Gaur de artistas guipuzcoanos, que se presentó con un manifiesto y una exposición en la Galería Barandiarán de San Sebastián. Estos ocho creadores, que tuvieron a Oteiza y Chillida como referentes de mayor reconocimiento internacional, forman la "constelación" más importante y renovadora del arte vasco, surgida en un periodo hostil para la creación a causa de la dictadura franquista.

Compartían la voluntad de recuperación de una herencia moderna del arte, de una Escuela Vasca truncada por la Guerra Civil y la dictadura, que también se materializó en otros grupos y territorios. De este modo surgieron Emen y Orain, en Bizkaia y Álava respectivamente, y Danok y Baita, en Navarra e Iparralde, aunque estos dos últimos no llegaron a constituirse formalmente. Las diferencias en el seno de Gaur y entre los diferentes grupos sobre cómo entender el arte y sus implicaciones políticas y sociales condujeron en 1969 al final de esa aventura colectiva.

En 2016 se cumplen cincuenta años de esa exposición que, a pesar de reunir a artistas con poéticas y elecciones artísticas diversas, fue capaz de producir una de las aventuras más importantes del arte español. Con tal motivo se ha organizado, comisariada por Fernando Golvano, una gran muestra central en San Telmo Museoa (22/01/16-15/05/16), que recoge, por una parte, una extensa selección del trabajo de los ocho artistas del movimiento Gaur y, por otra, el kairós contemporáneo, es decir, el de otros tantos creadores internacionales de generaciones posteriores, cuyas obras establecen un diálogo entre sí y con las de los años sesenta realizadas por los artistas de Gaur. A esta muestra, y con la denominación común de 1966 Gaur konstelazioak 2016, se unen diversos espacios en San Sebastián: en Okendo Kultur Etxease presenta Basterretxea, Sistiaga y Zumeta. Obra de los últimos años; en la galería Kur Art Gallery, Mendiburu y Amable. Obra de los últimos años; y en Galería Altxerri, Balerdi. Obra de los últimos años.

Bajo este concepto de "exposición expandida", el Museo de Bellas Artes de Bilbao, que conserva la mejor colección de arte vasco, con más de cuatro mil obras y la más completa nómina de artistas que incluye una excelente representación del grupo Gaur, se ha sumado de dos maneras. Por una parte, ha cedido temporalmente seis obras de su colección para la muestra de San Telmo Museoa, en concreto, cinco pinturas de Balerdi y una escultura de Mendiburu.

Por otra, presenta conjuntamente en la gran sala de arte contemporáneo una selección de sus fondos de 73 obras de los ocho artistas del grupo Gaur: 18 esculturas de Oteiza, 20 obras de Chillida (17 esculturas y tres obras sobre papel), cuatro de Basterretxea (dos esculturas, una pintura y un dibujo), tres (dos pinturas y un dibujo) de Amable, cuatro esculturas de Mendiburu, una pintura de Sistiaga y dos pinturas de Zumeta. Balerdi cuenta con una representación especial de 21 obras (cuatro pinturas y 17 tizas: seis de la colección del museo y 11 prestadas por particulares).

 

 

Amable Arias (Bembibre del Bierzo, León, 1927–San Sebastián, 1984)

La pintura de Amable es una de las más originales del arte vasco, y muestra la influencia del informalismo. Tras un paisajismo inicial, el pintor abandonó la figuración para realizar una obra abstracta de trazo delicado y atmósfera inmaterial. A partir de 1971 incorporó a sus composiciones un repertorio de pequeñas formas vagamente figurativas pintadas sobre fondos abstractos. De ese momento es buen ejemplo De lo invisible II (1972), que expresa con tenue cromatismo la búsqueda de una relación coherente entre la ligereza del fondo y la corporeidad de los pseudo-personajes que se distribuyen por el espacio pictórico.

 

Rafael Balerdi (San Sebastián, 1934 – Alicante, 1992)

Tras una pintura refinada de paleta sobria, como se aprecia en Geométrico oscuro I(1956),Balerdi entró de lleno en el informalismo gestual. Maraña I (1960) es una de sus primeras experiencias en ese movimiento dentro una versión lírica cercana al grafismo oriental ejecutada con largas pinceladas que dibujan un trazo limpio sobre un fondo luminoso. A partir de aquí, su pintura fue haciéndose más compleja, buscando una coherencia compositiva a partir de motivos de aire orgánico o mineral, resueltos con intenso cromatismo tal y como se puede apreciar en Venecia (1964-1972). Entre 1980 y 1985 Balerdi sólo pintó obras sobre papel. Son las llamadas "tizas", realizadas con pasteles y ceras sobre papeles de estraza de gran tamaño, de las que se expone ahora una selección representativa. Desde 1985, año en que volvió a utilizar el óleo, hasta su muerte, produjo una obra extensa y variada mayoritariamente abstracta. Junto a ello es frecuente encontrar estructuras cercanas al paisaje y a la figura humana, que al ser deformados por el dibujo y el color, como en Altea-90 XLII (1990), añaden un aire surrealista a la composición.

 

Néstor Basterretxea (Bermeo, Bizkaia, 1924-Hondarribia, Gipuzkoa, 2014)

Basterretxea comenzó como dibujante publicitario antes de dedicarse a la pintura de forma autodidacta. A esos inicios corresponde la pintura Composición desde el cubo (1957), ejecutada a partir de formas derivadas del cubismo. A finales de la década de los cincuenta se inició con Oteiza en la escultura, con una obra caracterizada por la cuidada ejecución y por la confluencia de abstracción y figuración. De ello es ejemplo paradigmático la Serie cosmogónica vasca, basada en personajes y episodios de la mitología vasca y realizada entre 1972 y 1975. En 2008, Basterretxea donó al museo las 18 esculturas en madera que forman la serie, de la que aquí se exponen Illargi amandre y Eiztaria, ambas de 1972. Además de estas facetas, Basterretxea desarrolló su actividad creativa en el cine, el diseño, la fotografía, el cartelismo o la escritura, y en proyectos no realizados de arquitectura y urbanismo. Durante los años ochenta trabajó, también, en el campo de la escultura pública.

 

Eduardo Chillida (San Sebastián, 1924 – 2002)

La representación de la obra de Chillida en la colección del museo incluye piezas muy relevantes en su trayectoria artística, que osciló entre la caligrafía informalista y unas formas geométricas más compactas y cercanas al espacialismo. El hierro, el alabastro, el hormigón o la terracota son materiales que utilizó preferentemente para sus esculturas. Hierros de temblor II (1956) y Alrededor del vacío I (1964) pertenecen a dos de sus series más conocidas y a uno de los momentos fundamentales de su carrera. La primera se incluye entre las obras que expuso en París en 1956, con las que obtuvo reconocimiento internacional. En ella, como trasunto de los antiguos ferrones, Chillida trabaja el hierro linealmente. En Alrededor del vacío I, sin embargo, engrosa el metal en un desarrollo formal geométrico. Gasteiz (1975) evoca los iniciales estudios de Arquitectura de Chillida en un esquema en alabastro del trazado de la plaza de los Fueros de Vitoria-Gasteiz, que realizó con el arquitecto oñatiarra Luis Peña Ganchegui. Otras piezas expuestas reflejan los intereses diversos de su obra, como la escultura destinada a espacios públicos.

 

Remigio Mendiburu (Hondarribia, Gipuzkoa, 1931–Barcelona, 1990)

La obra de Mendiburu puede enmarcarse dentro del informalismo debido a su manifiesta inclinación por la materia y por las soluciones creativas basadas en el azar, tal y como reflejan algunas de sus primeras obras realizadas arrojando barro contra una superficie dura o los altorrelieves en chapa delgada con perforaciones y costuras. Talua (1960) y Sin título (c. 1966) son dos buenos ejemplos de esos dos intereses. Tras una inicial influencia de las esculturas en madera de Chillida, Mendiburu desarrolló su obra más personal en ese material ensamblando rudimentarias morfologías mediante procedimientos antiguos tomados de la artesanía popular. Todo ello se manifiesta en las esculturas Jaula para pájaros libres (1969) y Raíces (c. 1970-1971).

 

Jorge Oteiza (Orio, Gipuzkoa, 1908 – San Sebastián, 2003)

Las esculturas presentes en esta selección son muy representativas de las diversas etapas de Oteiza. Itziar (1947) fue realizada en Buenos Aires un año antes de su regreso de Latinoamérica, donde vivió desde 1935. Obra muy apreciada por el escultor, es un retrato de su esposa que muestra la influencia de la escultura primitiva. Con posterioridad a 1948 hay dos etapas definidas: una figurativa con representaciones humanas caracterizadas por el vaciamiento del cuerpo y la presencia de perforaciones, y otra abstracta influida por el espacialismo y por el constructivismo ruso de Malévich. Figuras (1951) se relaciona con los trabajos que Oteiza realizó a partir de 1950 para la Basílica de Arantzazu (Gipuzkoa), derivados de la escultura de Henri Moore. Por otra parte, está la obra fechada entre 1955 y 1958 –año en el que anunció su abandono de la escultura, que no llegó a consumar– en relación con la Bienal de São Paulo de 1957, donde obtuvo el Gran Premio Internacional de Escultura. Oteiza desarrolló una abstracción geométrica en sintonía con la de autores de la II Guerra Mundial hasta llegar a las llamadas cajas metafísicas. Como contrapunto a sus series vacías, Oteiza creó a partir de 1955 otras esculturas, generalmente en mármol negro, llamadas genéricamente maclas, también geométricas pero en volúmenes compactos tallados por facetas.

 

José Antonio Sistiaga (San Sebastián, 1932)

Sistiaga se unió al informalismo a finales de los años cincuenta. Practicó su vertiente gestual aplicando la pintura, no siempre con utensilios convencionales, de forma veloz y, en ocasiones, dejándose llevar por el azar. Acción vital. Homenaje a nuestros antepasados (1970) expresa esos principios en un lienzo de gran tamaño en el que se advierte la acción física del pintor. Éste ejecuta con libertad una composición de ritmos de gran expresividad a través de trazos ajenos a cualquier manifestación cultural que no sea su propio inconsciente.

 

José Luis Zumeta (Usurbil, Gipuzkoa, 1939)

La obra de Zumeta, colorista e imaginativa, se relaciona con el expresionismo abstracto. Tanto en su vertiente abstracta como figurativa, se caracteriza por la espontaneidad y el poder expresivo. Pintura (1961) es una manifestación temprana de estos intereses. La muerte en 1973 de Picasso –que el autor siempre tuvo muy presente en su obra– le llevó a replantearse la dirección de su trabajo, que derivó en una figuración expresionista con escenas y personajes deformes de gran fuerza expresiva. Esta experiencia desembocó en una figuración más pictórica y colorista realizada en soportes poco habituales, como el cartón. En otras obras Zumeta vertió su talento para el color y su imaginación formal, tal y como se refleja en Pintura (1977), un cuadro en la que se reconocen manifestaciones como la impronta gestual, procedentes de la pintura europea de posguerra. Su última obra, dentro siempre del expresionismo, es más abstracta y enérgica, y habitualmente realizada en gran tamaño.


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