Exposición: De Goya a Benlliure - Museo de Bellas Artes de Bilbao

Finalizada

19-11-2007 • 17-02-2008

De Goya a Benlliure

El Papel del Arte (VI)

Sala 33

EL PAPEL DEL ARTE presenta, gracias al patrocinio de FUNDACIÓN BANCAJA, una serie de exposiciones monográficas dedicadas a la obra sobre papel. Se trata, en unos casos, de obras pertenecientes a la colección del Museo y, en otros, procedentes de otras colecciones. De este modo, el programa da estabilidad a una de las líneas expositivas tradicionales del Museo que pretende poner en valor las obras sobre papel, obras que no pueden exponerse de forma permanente debido a que el soporte en el que están realizadas es extremadamente sensible a la luz y a las variaciones ambientales de humedad y temperatura.

De Goya a Benlliure reúne 74 obras, entre dibujos, grabados y acuarelas, pertenecientes a los fondos de obra sobre papel que conserva el Museo. Son 8 grabados, 20 acuarelas y 46 dibujos que se sitúan cronológicamente en el siglo XIX, aunque, en esta ocasión, la sexta edición del programa EL PAPEL DEL ARTE se presentan los artistas más vinculados a la vertiente academicista. Entre ellos destacan Francisco de Goya —de quien el Museo posee 200 grabados de los que ahora se muestran los tres primeros correspondientes a las series Los Caprichos, Los Desastres de la Guerra y La Tauromaquia—, Rosa Bonheur, Juan Barroeta, Mariano Fortuny, Eduardo Zamacois, Anselmo Guinea y Mariano Benlliure.

 

DE GOYA A BENLLIURE

En el ámbito de la creación artística europea el siglo XIX fue una centuria fecunda, que arranca con la herencia del estilo académico del siglo anterior y culmina con la formulación de nuevas leyes artísticas, situadas ya entre la tradición y la modernidad.

Por otra parte, la generalización del uso del papel tras el desarrollo de los procesos de producción provocó la proliferación de todo tipo de publicaciones −diarios, semanarios y libros− que necesitaban de los artistas para ser ilustradas. Junto a ello, las crecientes innovaciones en las técnicas del grabado y la estampación permitieron un desarrollo sin precedentes en la producción de dibujos y grabados.

De este modo, la estampa pasó de estar destinada a artistas y coleccionistas a ser un producto comercial adaptado a las modas y gustos vigentes en cada momento. Se consolidaron así el mercado del arte y la actividad de las casas de subastas y galerías dedicadas a la comercialización de las estampas, los dibujos y, especialmente, las acuarelas.

Además del importante desarrollo de los aspectos técnicos, el grabado adquirió una nueva relevancia. En un principio, fue sólo un medio para reproducir obras maestras de la pintura; es el llamado "grabado de traducción", bien representado en esta exposición por el grabado de Manuel Esquivel de Sotomayor a partir de un cuadro de Tintoretto.

Pero durante el siglo XIX adquirió categoría artística propia, es el "grabado de creación", y, en consecuencia, los artistas comenzaron a limitar las ediciones y a firmar sus ejemplares. Ejemplo paradigmático de esta nueva consideración y, sobre todo, de la libertad creativa del artista, son las célebres series de Goya Los Caprichos, Los Desastres de la Guerra y La Tauromaquia. El Museo posee ediciones completas y de gran calidad de las tres series, aunque ahora se expone sólo el primer grabado de cada serie dado que son bien conocidas por el público.

A mediados de siglo Mariano Fortuny se consolidó como uno de los mejores grabadores, tal y como queda manifiesto en el magnífico retrato del pintor bilbaíno Eduardo Zamacois. El género del retrato —que incluye los autorretratos— fue también cultivado por Ignacio Suárez Llanos, Anselmo Guinea, Francisco de Bringas, Eduardo Zamacois y Mariano Benlliure, de los que ahora se exponen significativos ejemplos.
 
La acuarela también experimentó gran auge durante el siglo y adquirió a su vez la condición de género independiente. Se crearon en Inglaterra, Francia, Italia y España asociaciones de acuarelistas que promovieron las exposiciones y la comercialización de las acuarelas, lo que afectó a los temas de esta técnica: desde trabajos elementales como colorear álbumes fotográficos, a obras más refinadas en sintonía con los gustos imperantes, representaciones anecdóticas, historicistas —como los espadachines y bufones de las acuarelas de Zamacois—o de carácter exótico —y dentro de él, el orientalismo cultivado, por ejemplo, por Anselmo Guinea—.

Por su parte, el dibujo había sido tradicionalmente un paso previo para la realización, mediante bocetos preparatorios, de óleos, esculturas, estampas y decoraciones murales, condición que permite reconstruir ciertos aspectos del trabajo del artista. En ese sentido, son reveladores los trabajos de Rosa Bonheur que ahora se exponen. Dentro de los sistemas de enseñanza artística, la destreza en el dibujo tenía gran relevancia y, a lo largo del siglo, se generalizó la copia directa, bien de modelos o bien de otras obras de arte, tal y como prueban los dibujos de Juan Barroeta. Además, y, en sintonía con el plenairismo, se generalizó el trabajo de los artistas fuera del taller, al aire libre.

Por último, los álbumes de recuerdos proliferaron en los círculos intelectuales y artísticos del siglo XIX. En la exposición se presenta uno que perteneció a Julio Enciso, biógrafo del célebre tenor Julián Gayarre, que incluye obras de Echenagusia, Guinea, Belliure y Cecilio Plá, entre otros, y que constituye un buen testimonio artístico del cambio de siglo.

 

En la imagen:
Mariano Benlliure (El Grao, Valencia, 1862 – Madrid, 1947)
Vapor de Nápoles a Capri, 1884
Dibujo

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