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26-03-18
El retorno de las cruzadas. Una entrevista con Eduardo Arroyo
El pintor nos atiende sentado con la obra que da nombre a la exposición de fondo. En frente, Víctima de la fiesta del pintor Ignacio Zuloaga, una de las obras que más le han obsesionado. A sus 80 años, Eduardo Arroyo continúa proyectando esa inspiración e ironía tan características en él, que contrastan con la dureza de este gran lienzo de Zuloaga. Aprovechamos su visita al museo, con motivo de la inauguración de su última exposición Eduardo Arroyo. Le retour des croisades, para conocerle más de cerca.
Sobre la réplica
Museo: ¿Por qué elegiste Le retour des croisades de Zuloaga para hacer este nuevo cuadro?
Eduardo Arroyo: Mira, yo he tenido siempre mucho interés por la obra de Zuloaga. Yo creo que su obra todavía no está, si quiera, en el punto en el que debe estar. Pero va a estarlo. Una vez yo vine a hacer una visita al museo y vi este cuadro, el Zuloaga magnífico, este picador impresionante. Entonces fue cuando nació una obsesión y me hice mandar por el museo una fotografía de La víctima de la fiesta. Y entonces yo, a partir de ese momento, he estado tan obsesionado por este cuadro que le he hecho una réplica. No podía imaginar nunca, que yo tendría la suerte de estar en frente del Zuloaga alguna vez en una exposición como ésta. Naturalmente, gana; no se puede comparar –las comparaciones son odiosas–, pero he hecho un trabajo en torno al picador del pintor de Éibar y luego he cambiado totalmente el fondo. El fondo se ha convertido en esa España desolada, en ese paisaje deshabitado que todos conocemos, esa España sin vida, terrible en cierto sentido. Creo que he hecho 60 paisajes que no tienen nada que ver con esa dureza, pero que son duros también, que tienen esa cosa de tempestad, de brutalidad, que tiene el cuadro de Zuloaga.
M: En este cuadro, además, haces referencia a provincias españolas y guiños a otros artistas…
E.A: Bueno, yo te diré que algo parece, pero esto lo he hecho de un recurso muy raro, porque yo cogía un paisaje que veía en un periódico y luego, resulta, que podía pintar o salir otra cosa. Yo quería un paisaje desolador. Y quise hacer una cosa divertida, creo, con el caballo herido que tanto me ha impresionado. Ese caballo flaco, que también pertenece a esa España desolada. Yo he querido que ese picador vuelva a casa, El retorno de las cruzadas se llama: torna a casa, y en realidad ha visto todo, ha sufrido. Es una catástrofe, le han herido y, destrozado por esas batallas, la mayor parte del tiempo perdidas, llega a casa porque ya ha hecho la batalla.
M: En más de una ocasión se ha insinuado que te autorretratas en la obra, no sabemos muy bien si en el jinete, en el caballo o en alguno de los paisajes.
E.A: Autorretrato no, pero retrato sí. Yo creo que en la cara del picador de Zuloaga, está todo. Yo, por ejemplo, soy muy aficionado a los toros y, entonces, ese castoreño, su sombrero y esa casaca, luego taleguilla… pues todo eso es ya el producto de una destrucción. Y eso yo lo he querido hacer. He tenido la suerte de que Fabienne Di Rocco, comisaria de esta exposición, y las ideas también de Miguel Zugaza, me han permitido una cosa, que para mí es emocionante: que durante un cierto tiempo yo estaré frente a ese, como dicen los italianos, capolavoro que es el cuadro de Zuloaga.
En qué te basas para tus exposiciones
M: Es verdad que muchas de tus obras tienen infinidad de referencias a personajes importantes dentro de la historia del arte, tus aficiones y los decorados para teatro y ópera en los que has trabajado. ¿Nos podías contar en qué te basas para tus exposiciones?
E.A: Una buena parte de esta exposición viene de Francia, de la Fondation Maeght en Saint Paul de Vence con un título distinto (Dans le respect des traditions), pero al mismo tiempo no tiene nada que ver. Aquí las esculturas están puestas de una manera diferente. Bueno, las esculturas estaban muy bien puestas en Saint Paul, no vamos a hacer comparaciones, pero estoy muy contento de poder mostrar en España esas esculturas inéditas que yo considero bastante divertidas, que son dobles. Por ejemplo, Falstaff y Orson Welles o Bécassine, una figura divertida de cuentos de niños en Francia, y Tolstói. Quiero decirte que esas esculturas dobles que sirven para los dos personajes, eso me ha divertido mucho, y aquí se ven.
M: Vivencias en el lenguaje, personajes, …
E.A: Exacto. Yo creo que aquí se ven. También hay una serie de obras que son inéditas y que tienen otras dimensiones, que son cuadros que se han visto poco o nunca. O sea, esta exposición ha tomado una dimensión, francamente, con el trabajo de Fabienne y de Miguel, sobre todo y prevalentemente, y de todo el equipo del museo… luego hay una locura y aquí está. ¡Ángel Bados lo ha montado tan bien! No sólo es un gran escultor, es que además ha montado exposiciones como la de Arcimboldo, pero también ha montado ésta. Me encanta ver cómo este conjunto se ha convertido en otra exposición.
La escultura
M: Eduardo, tu vida probablemente sea más conocida por tu parte pictórica y más desconocida por la escultórica. Sin embargo, la escultura en esta exposición tiene una presencia importante.
E.A: Yo creo que la gente va a descubrir una faceta mía, que es una faceta un poco extraña, la escultura, y entonces yo de eso estoy muy contento. No pretendo ser un escultor, no pretendo ser un decorador de teatro, no pretendo ser escritor. Yo creo que soy un pintor, si soy algo. Pero yo estoy muy contento porque ha aparecido una exposición, que no tenía razón de ser, porque no se iba a hacer, y con estos cambios se ha hecho una gran exposición. Te digo grande por la identidad de la exposición, no digo porque sean cuadros magníficos, o esculturas, no, por la identidad de la exposición.
No sé lo que me gusta
M: Comentábamos antes que ahora incluso te gustan más tus propias esculturas.
E.A: Si es que cuando me dice la gente "te gusta esto", es que yo no sé lo que me gusta. Yo no soy un artista que sabe algo de su trabajo, porque cuando yo he terminado estos cuadros y esculturas, cuando se devuelvan –porque también van al Museo Botánico de Madrid– los cuadros y las esculturas van a estar empaquetados, y no los voy a volver a ver porque yo no vivo con mi obra, yo vivo bien con la obra de los demás. Yo firmo por delante y por detrás con título y al final ¿lo veré otra vez? no lo sé. Yo vivo con las obras de los demás, no con las mías. Hay artistas magníficos que viven con sus obras, pero yo no.
Algo en la cabeza a lo que no te hayas enfrentado aún
M: No puedo dejar de hacerte otra pregunta y es si tienes en la cabeza algo que no hayas hecho hasta ahora y que sí te apetezca enfrentarte a ello.
E.A: Me planteas un problema grande, porque ahora estoy escribiendo un libro, exclusivamente. Un libro que, naturalmente, se hace con Fabienne Di Roco. Se discute, se ve. Es una especie de mezcla de textos y una relación, si podemos hacerla, con Agatha Christie, que es un poco extraña. Y entonces, no sé lo que va a salir. Por el momento, no pienso en la pintura, no pienso en la escultura, aunque voy a hacer una escultura, si puedo, estas navidades. Una escultura que es un retrato de Zurbarán, la tengo pensada, pero en mi casa de Laciana, donde Fabienne ha escrito mucho sobre la escultura. Por eso, quisiera hacer esto.
La pintura… yo espero que voy a pintar de nuevo en París y espero que París ahora me ayude a pintar más que Madrid, no lo sé, espero…