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Guinea se inició muy joven en la práctica de las técnicas al agua, pues, según su primer biógrafo, ya a los 15 años de su edad manifestaba en multitud de graciosas acuarelas aquel principio de elegancia y distinción que desarrollará más tarde en el curso completo de su vida. En la primera mitad de la década de 1870, año a año, se observa una notable progresión en su destreza técnica, y muy especialmente coincidiendo con su primera estancia romana entre 1875 y 1876. Sin embargo, el mejor Guinea acuarelista se manifestó durante su segundo viaje a Roma en 1881, cuando mejoró su dibujo y dominó los secretos de la técnica, lo que le permitió revelarse como un gran colorista y plasmar todo tipo de efectos, desde los atmosféricos hasta las calidades de los objetos.

A esta etapa pertenecen La bandera del profeta y Una maja, que constituyen ejemplos paradigmáticos de dos de las temáticas que trató en los periodos en que residió en Roma: las orientalistas y las escenas castizas, relacionadas en muchos casos con el mundo taurino; temáticas ambas, por otra parte, muy en boga entre los integrantes de la colonia artística española.

Las escenas orientales le atrajeron sobre todo en torno a 1882, año en el que están fechados otros de sus acercamientos al género, Odalisca recostada y Odalisca tañendo el laúd. En La bandera del profeta, sin embargo, abandona los momentos de asueto del interior de un harem, más próximos a la producción de su amigo José Echena, para elegir el instante en el que un grupo de guerreros árabes, cuyo rezo parece confundirse con una arenga, se prepara para la batalla. La tensión del momento se acentúa por medio del bajo punto de vista empleado por el pintor.

Estas acuarelas ilustran perfectamente la dualidad de estilos del Guinea de este periodo, que puede rastrearse igualmente en sus trabajos al óleo. Por un lado estaría el Guinea preciosista de La bandera del profeta, preocupado por plasmar la escena con todo lujo de detalles mediante una especial atención al dibujo, y, por otro, el que aplica la acuarela por medio de manchas y juega con el atractivo que proporcionan a la obra los efectos de aguas y la factura inacabada. (Mikel Lertxundi, 2007)

Bibliografía seleccionada

• Arenaza Urrutia, José María. Anselmo Guinea, 1854-1906 : un pintor para la modernidad. Bilbao, Fundación BBK Fundazioa, 2006. p. 38.
• Dibujos, grabados y acuarelas [del] siglo XIX : de Goya a Benlliure : colección Museo de Bellas Artes de Bilbao [Cat. exp.]. Bilbao, Museo de Bellas Artes de Bilbao, 2007. pp. 168, 170-171, n° cat. 247.
• Anselmo Guinea, 1855-1906 : los orígenes de la modernidad en la pintura vasca [Cat. exp.]. Bilbao, Museo de Bellas Artes de Bilbao, 2012. pp. 97-98, 101, n° cat. 15.