Retrato de Darío de Regoyos - Museo de Bellas Artes de Bilbao

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Retrato de Darío de Regoyos

Vázquez Díaz, Daniel

Nerva, Huelva, 15/01/1882 - Madrid, 17/03/1969

Grafito

28 x 22,9 cm

D. Vazquez Diaz (ángulo inferior derecho)

1909

Primer decenio de siglo XX

82/330

Adquirido en 1950

La producción artística de Daniel Vázquez Díaz siempre ha estado estrechamente vinculada con el dibujo y ha sido muy destacada la maestría en la ejecución de los innumerables dibujos realizados durante toda su carrera. Esta importancia no sólo se debe a la ingente cantidad de los conservados, sino también al protagonismo que desde el principio Vázquez Díaz otorgó a la línea como elemento fundamental de su obra pictórica.

Vázquez Díaz entendió el dibujo desde el punto de vista del concepto italiano de disegno: una herramienta de ordenación de la imagen en términos de proporción y de transmisión de una idea. En este sentido los retratos dibujados permitieron al artista explotar al máximo el valor semántico de la línea, ya que los concibió como auténticas biografías. Retratos capaces de transmitir la personalidad del retratado y, al mismo tiempo, imágenes realizadas con una fuerte vocación testimonial.

El retrato en Vázquez Díaz fue el auténtico nervio medular de su producción global. Aproximadamente un tercio de su obra la dedicó a este género y, dentro de él, el mayor volumen lo ocuparon las llamadas cabezas de los "Hombres de mi tiempo", toda una galería iconográfica de destacados personajes de la cultura, el arte y la política, que el artista inmortalizó a través de la maestría de su dibujo.

Las dos cabezas que pertenecen a la colección del Museo de Bellas Artes de Bilbao son los retratos de Darío de Regoyos y Aurelio Arteta, dos pintores de distinta generación que marcaron un antes y un después en la pintura vasca. De sobra es conocida la vinculación de Vázquez Díaz con el País Vasco, lo que le llevó en ocasiones a recibir la calificación de pintor vasco, como ocurrió también con el asturiano Darío de Regoyos. A éste, Vázquez Díaz lo había conocido en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1904 y, dos años más tarde, le pudo volver a encontrar en el País Vasco poco antes de que Vázquez Díaz marchase a París. No es de extrañar que un pintor joven como Daniel, ansioso por conocer el arte moderno europeo, sintiera una especial atracción por Regoyos, todo un revolucionario no sólo a través de su arte, sino también de sus iniciativas en el anquilosado panorama artístico español de aquellos años.

Respecto a su retrato, Vázquez Díaz recordaba años atrás que "fue dibujado en San Sebastián cuando nuestra exposición en El Pueblo Vasco. Sin embargo, este recuerdo no es del todo exacto, ya que la exposición que Vázquez Díaz menciona en la salón del diario El Pueblo Vasco no se produjo de forma conjunta, sino individual. Daniel Vázquez Díaz inauguró su exposición (su primera individual en España) un 15 de julio de 1910, mientras que un mes más tarde, el 25 de agosto, inauguraría la suya Darío de Regoyos.

Por su parte, la relación de Vázquez Díaz con Aurelio Arteta fue mucho más intensa que con el primero. Debieron de conocerse durante las primeras estancias estivales de Vázquez Díaz en el País Vasco y fue Arteta, años más tarde, ya como director del Museo de Bellas Artes de Bilbao, uno de los grandes entusiastas de la obra de Vázquez Díaz en el País Vasco. Pero fue en torno a 1920, cuando la obra de Vázquez Díaz y la de Arteta conectaron estilísticamente de una forma muy especial. Su presencia en Bilbao, junto con la de su amigo el pintor Gabriel García Maroto, constituyó, en palabras del profesor Jaime Brihuega, un verdadero "triángulo generador" de un constructivismo geometrizante que influyó decisivamente en la configuración de un nuevo clasicismo moderno que, apropiándose de ciertos registros formales de la vanguardia, en concreto del cubismo, entroncó directamente con el "retorno al orden" europeo de la época de entreguerras. Para el historiador del arte Llano Gorostiza, la forma cúbica, a través de Daniel Vázquez Díaz, entró como característica del paisajismo vasco a rematar la tesis "artetiana". Sin tratar de establecer cuál de los dos artistas influyó al otro, lo cierto es que, en la segunda mitad de los años veinte, cuando Aurelio Arteta pintó El puente de Burceña (también en la colección del Museo. N.º inv. 82/162), esta conexión se haría indiscutible.

Como podemos observar, entre un retrato y otro se ha hecho mucho más predominante la síntesis formal. Entre ambos hay diez años de diferencia, que coincide con la gestación y evolución de un nuevo orden pictórico que Vázquez Díaz definirá tras regresar a España. En su primera exposición en Madrid en 1918, la crítica más conservadora rechazó de lleno su pintura, mientras insistía, sin embargo, en su maestría en el dibujo: "Nadie diría, al ver esos cuadritos, que los había trazado la misma mano que trazó esos dibujos magistrales"; "Parece imposible que sean obra de una misma persona las pinturas aquellas, ante las cuales es difícil contener la carcajada, y aquellas cabezas ante las cuales es también difícil no dejarse arrebatar por el asombro y el entusiasmo". Por otro lado, José Francés y el crítico Perdreau destacaron con acierto el carácter escultórico de sus dibujos, que procedía, fundamentalmente, de la relación que el pintor mantuvo con el escultor francés Bourdelle en París y que, además, pondría de manifiesto una de las cualidades principales de sus composiciones pictóricas posteriores: la construcción de la forma. Y es, en todo caso, en este protagonismo de la línea o, más bien, en la angulosidad de la forma dada por la línea, donde podría defenderse la reiterada relación del pintor con el cubismo o, siendo más exactos y siguiendo la definición de Rosemblum, con los "satélites parisinos del cubismo", que intentaron aunar las premisas del cubismo con una tradición clásica. Pero al margen de la apropiación que el pintor hace de ciertos rasgos estilísticos derivados de la vanguardia, presentes en el retrato de Arteta y, en general, en todos los de los años veinte, años en que, por otro lado, el pintor se vincula al movimiento español ultraísta, Daniel realizó un retrato tradicional, de concepción clásica. Por ello, habría que diferenciar lo que pudo ser un retrato moderno de lo que fue un retrato acomodado a las peculiaridades de una visión moderna. Quizás fue justamente esto lo que, en palabras de Moreno Galván, alejó a Vázquez Díaz de la vanguardia y, más propiamente, del cubismo: "Se puede decir que, frente al cubismo, que pretendió reducir la peculiaridad de la vida y los objetos a una ley de genericidad geométrica, Vázquez Díaz trató de salvar para la Historia lo individualizado e irreductible a la ley de las cosas genéricas. Por eso tiene tanta importancia, en la consideración de la obra de Vázquez Díaz, la presencia negativa del cubismo. El cubismo es, al mismo tiempo, lo que compartía con él un estilo generacional y lo que no quiso ser tendenciosamente, para poder ser un humanista de la pintura". (Ana Berruguete)

Bibliografía seleccionada

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