Recuerdos de Capri - Museo de Bellas Artes de Bilbao

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Recuerdos de Capri

Guinea, Anselmo

Bilbao, 18/05/1855 - Bilbao, 10/06/1906

Óleo sobre lienzo

121,5 x 201,5 cm

Guinea (ángulo inferior izquierdo)

1884

Último cuarto de siglo XIX

82/2402

Donacion de los hijos de don Hilario Lund en 1920

Cuando el invierno de 1883 tocaba a su fin, Guinea se encontraba en Roma dando las últimas pinceladas a Il rittorno della Madonna, una alegre escena ambientada en la campagna romana, aunque ya tenía la mente puesta en el viaje que pensaba emprender a Capri para pintar un gran cuadro con destino a la Exposición Nacional del año siguiente. A su llegada, a finales de abril, se mostró fascinado con la isla, a la que parece que regresaría en ulteriores ocasiones, según se deduce de las palabras del pintor avulense Blas Olleros Quintana, que en 1884 afirmaba que Guinea solía realizar a Capri frecuentes viajes y que conoce tanto como su casa. Allí se sumó al grupo de artistas de distintas nacionalidades (italianos, españoles, americanos) con el que trabajó e intercambió pareceres, con el que se reunía en la Trattoria de Tiberio y con el que participó en una expedición de rescate a la vecina isla de Ischia, sacudida por un terrible terremoto el 28 de julio.

Una de las características que llama la atención del viajero que llega a esa zona es la luminosidad que todo lo baña. Sin embargo, en esta primera estancia caprense, Guinea vivió un breve periodo de experimentación estética cercana al naturalismo tenebrista y alejada del colorido brillante y de los tipos idealizados bañados por una luz limpia que protagonizaron gran parte de su producción durante esta etapa. A estos últimos está ligado, no obstante, Recuerdos de Capri, muestra de la evolución plástica de su pintura, que a mediados de esta década se va caracterizando progresivamente por el empleo de una pincelada suelta, de mayor amplitud, y por los empastes jugosos.

Desconocemos si aquel verano comenzó a pintar la obra directamente o si se limitó a realizar estudios y a tomar apuntes para su posterior ejecución en su taller romano, pero en marzo de 1884, cuando Olleros Quintana recorrió en Roma los estudios de los artistas españoles, ya estaba terminada. Suya fue la primera descripción del cuadro, remitida al diario madrileño El Liberal:

El Sr. Guinea, de Bilbao, ha buscado también inspiración en el golfo de Nápoles, y nos transporta á la isla de Capri, á la cual hace frecuentes viajes y que conoce tanto como su casa. En uno de esos patios típicos de la isla de Tiberio y Nerón, cuyas blancas columnas sostienen espléndidos emparrados, el Sr. Guinea ha puesto una tarantella; son unas doce figuras de ambos sexos que bailan y se solazan á la vista del Vesubio y de aquel mar de añil que forman una singular armonía con las blancas columnas del emparrado.

Tanto las figuras como el fondo están pintados con un color simpático, y la escena tiene tal carácter de Capri, que uno cree al ver el cuadro, hallarse en la encantadora isla.

Si bien en la Edad Media se pensaba que servía para curar la picadura de la tarántula mediante la expulsión del veneno a través del sudor, el nombre de tarantela procede en realidad del lugar del que es originario el baile: Tarento. Muy habitual en el sur de Italia, es una danza de cortejo de ritmo rápido, en la que los bailarines se mueven de forma sincrónica, lo que, unido a su exotismo, la hizo muy atractiva para la pintura europea a partir del siglo XVIII. De hecho, en el siglo XIX, además de convertirse en una pieza muy popular entre los compositores musicales, fue tomada como excusa por los artistas plásticos para representar la sensualidad del cuerpo femenino en movimiento, como el caso de la pintura que nos ocupa, en la que la joven morena de grandes ojos negros, modelo habitual de Guinea durante estos años, centra las miradas de los espectadores de fuera y dentro del cuadro. En el texto de Olleros, además, se relacionaba el cuadro de Guinea con La vuelta de la pesca de Nápoles de Rafael Senet, pues ambos se inspiraron en el golfo napolitano para trasladar a sus lienzos temas costumbristas amables, evitando los asuntos escabrosos que gran parte de sus compañeros remitieron a Madrid. Una vez inaugurada la Exposición Nacional, fue bien acogida por la crítica madrileña, que valoró lo alegre de su asunto en los mismos términos. En las páginas de La Época Luis Alfonso la calificó de la nota alegre de la Exposición, y advertía a los visitantes: Miradlo, que ya en las doce salas que os quedan por recorrer no volveréis a sentir regocijo en el semblante ni embeleso en el corazón; miradlo, que aquí se acaba la alegría; después ya sólo muertes y desdichas os aguardan.

Las cualidades de la obra fueron apreciadas también por el jurado, que en junio la premió con una medalla de tercera clase. El galardón llevó al crítico Enrique Segovia Rocaberti a exclamar: ¡Así todos los premiados lo estuvieran con la justicia que Guinea!.

A raíz del éxito de Recuerdos de Capri, Guinea orientó su producción al costumbrismo italiano, y en especial al napolitano. Pintó idilios de pescadores y bailes en la playa, pero en varias ocasiones también volvió a elegir las terrazas cobijadas por emparrados de Capri como escenario de sus cuadros. A medida que avanzaron los años ochenta compuso varias obras en las que la luz napolitana se tornó más limpia y la pincelada más depurada. Y en los primeros años del siglo XX revisitó estas temáticas, aunque ya sin la gracia de sus primeras obras. (Mikel Lertxundi)

Bibliografía seleccionada

  • "Un artista y una exposición : en honor del malogrado pintor bizkaino D. Anselmo de Guinea", Jel. 16/06/1911. pp. 321-352.
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  • Roda, Damián. Museo de Bellas Artes de Bilbao. Bilbao, Caja de Ahorros Municipal de Bilbao, 1947. pp. 187-189. (Con el título </i>La tarantela</i>).
  • Bengoechea, Javier de. Catálogo de arte moderno y contemporáneo del Museo de Bellas Artes de Bilbao. Bilbao, Banco de Vizcaya, 1980. p. 65. (Con el título La tarantela).
  • Galilea Antón, Ana María. "A propósito de las obras del Museo de Bellas Artes de Bilbao depositadas en otras Instituciones", Urtekaria 1992 : asterlanak, albistak = anuario 1992 : estudios, crónicas. 1993. pp. 37-39.
  • Castañer López, Xesqui. La imagen de la mujer en la plástica vasca contemporánea, s. XVIII-XX : aproximación a una metodología del género. Bilbao, Universidad del País Vasco = Euskal Herriko Unibertsitatea, 1993. p. 56.
  • Castañer López, Xesqui. "Iconografía de la mujer en los pintores vascos, siglos XIX y XX", Kobie : bellas artes, n° 2. 1984. p. 105.
  • Zugaza Miranda, Miguel. Euskal margolariak Aurrezki Kutxen bildumetan I = Pintores vascos en las colecciones de las Cajas de Ahorros I. Bilbao, Bilbao Bizkaia Kutxa ; Gipuzkoa Donostia Kutxa ; Vital Kutxa, 1993. p. 28.
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  • De Goya a Gauguin : el siglo XIX en el Museo de Bellas Artes de Bilbao [Cat. exp.]. Bilbao, Museo de Bellas Artes de Bilbao, 2008. pp. 386-389, n° cat. 78.
  • Anselmo Guinea, 1855-1906 : los orígenes de la modernidad en la pintura vasca [Cat. exp.]. Bilbao, Museo de Bellas Artes de Bilbao, 2012. pp. 114-117, n° cat. 20.