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Esparcida en diminutos puntos de luz, podemos reconocer esa iluminación en las avenidas, en nuestras plazas y en las fachadas de los edificios. En la luz de los hogares con motivo de la fiestas y cuyo candor trasluce desde el interior de las casas a través de cortinas y ventanas. También en esas otras luces, propias de nuestras costas: aquellas que guían a través de las frías noches de invierno, permitiendo que tantos y tantas lleguen a puerto. Todas ellas acompasadas y marcadas por un particular tempo, intensidad y repetición.

De una manera cómplice, reconocemos en esas luces el brillo y la sonoridad de los metales, protagonistas de la banda Euskadi Brass; en la huella de lo desaparecido de Joserra Senperena, a través de un solo de piano; en el tempo intimista de Pasieran, un diálogo imprevisto entre piano, contrabajo y violoncello (Jon Piris, Iñar Sastre y Matías Riquelme) ; y, por último, en un emotivo cierre de fin de año, protagonizado por el ensemble Soinuaren Bidaia Sextet.

Con un marcado tono intimista, En Claves también responde a su propio nombre sugiriendo a los asistentes la idea de punto de encuentro. El museo consolida así una clara apuesta por integrar en su programación distintas disciplinas artísticas, al tiempo que extiende una invitación a explorar otras formas de habitar el museo.