"La obra de la pintora Vieira da Silva me resulta muy sugerente"

Miriam Alzuri, del departamento de Exposiciones, habla de 'Pasaje de los espejos'

Un reportaje de Maite Redondo   |   Foto: José Mari Martínez
Miércoles, 03 de octubre de 2018

María Helena Vieira da Silva (Lisboa,1908; París,1992) fue una de las artistas portuguesas más singulares del pasado siglo. Lo suyo eran los paisajes no naturalistas, una memoria que se torna presencia en un juego ambiguo. El Bellas Artes posee en su colección un hermoso lienzo, Pasaje de los espejos, que la artista pintó cuando tenía 73 años, una pintura íntima e introvertida, como lo fue la propia pintora. 'No la conocía, pero me fascinó, me atrapó desde la primera vez que vine a este museo. Y me sigue atrapando", confiesa Miriam Alzuri, del departamento de Exposiciones del Bellas Artes de Bilbao. "Fue una artista fundamental abstracta en el periodo de entreguerras", recuerda Alzuri, que lleva más de veinte años vinculada a la pinacoteca bilbaína.

Miriam Alzuri, departamento de Exposiciones del museoEsta historiadora de arte destaca el interés de Vieira da Silva por trabajar e investigar en torno a la perspectiva frente a otros artistas contemporáneos suyos que trabajaron en una abstracción más gestual. "Ese interés por la perspectiva y las matemáticas no quiere decir que su obra carezca de lirismo, a mí me parece una pintora muy sugerente, muy sugestiva, que aplica la pintura de una forma muy intuitiva'. La artista, a pesar de ser mujer, consiguió un reconocimiento crítico importante muy joven, en los años 30. "Fue una pintora europea muy reconocida. Ya la baronesa Hilla Rebay, que mostró a Solomon R. Guggenheim el camino para lograr su colección, le adquirió una de sus obras y entró a formar parte de casi todas las colecciones europeas. Además, fue la primera mujer que recibió el gran premio de las artes del Gobierno francés, lo que nos habla de un reconocimiento muy temprano y muy importante'. El Bellas Artes de Bilbao compró esta obra en 1982, un año después de que lo pintara, y el mismo año en el que adquirió Figura tumbada en espejo de Francis Bacon, "lo que demuestra un gusto por la modernidad de este museo", expone Alzuri, que ha participado en la organización de numerosas exposiciones del Bellas Artes.

María Helena Vieira da Silva
Passage des miroirs (Pasaje de los espejos), 1981
"Mi primera exposición vinculada a este departamento fue la que se dedicó en 1998 a Sorolla y Zuloaga", recuerda esta historiadora e investigadora de arte. Además, ha participado en la selección de las 110 obras que configuraron la última muestra que se presentó durante este verano con motivo del 110' aniversario del museo, que se celebra el viernes. "Tuvimos que elegirlas entre miles de obras de la colección, supuso un año de reuniones para poder concentrar la historia del museo en 110 obras", recuerda.

Vieira da Silva vivió y estudió en París donde siguió cursos de escultura con Bourdelle y en la academia de Fernand Léger. En 1930 se casó con el pintor húngaro Arpad Szenes, con quien compartió a lo largo de toda su vida similares ideas sobre la pintura. Ambos se sintieron atraídos por los planteamientos de Paul Klee y Kandinsky. Refugiada en Brasil durante la segunda Guerra Mundial, Vieira da Silva regresó a Portugal en 1947 pero el dictador Oliveira Salazar negó la nacionalidad portuguesa a Szenes, por lo que rompió definitivamente con su patria natal.

Solo regresaría a Lisboa, después de enviudar, con motivo de un gran homenaje nacional y una exposición retrospectiva de su obra organizada en 1988 para conmemorar su 80' aniversario. Con más de 3.000 obras repartidas en los museos y en numerosas colecciones particulares, los trabajos de Vieira da Silva han alcanzado una gran cotización en el mercado del arte.