"Los reflejos de la armadura han hecho que me fije en la obra"

Enric Carbonell elige 'Retrato del príncipe Felipe Manuel de Saboya', de Juan Pantoja de la Cruz

Un reportaje de Andrea Valle
Miércoles, 25 de julio 2018

Fue en 1603 cuando Felipe Manuel de Saboya, nieto mayor de Felipe II, llegó a la corte española para completar su educación. Dos años después falleció inesperadamente en Valladolid, entonces capital de reino. Sin embargo, poco antes de su muerte posó para el retrato que se exhibe en la exposición 110 Años 110 Obras del Museo de Bellas Artes de Bilbao. La obra, que se encuentra entre los primeros cuadros expuestos, consiguió que Enric Carbonell, un catalán aficionado al arte, dedicará parte de su tiempo a examinarlo nada más entrar a la galería.

Enric Carbonell, visitante catalán"Es un cuadro muy llamativo que me ha hecho fijarme en él, sobre todo, por los reflejos de la armadura que lleva el retratado", explica Carbonell. En la imagen se pueden apreciar las facciones adolescentes de Felipe Manuel de Saboya, con un bigote aún incipiente que contrastan con la imponente armadura, plasmada con prodigiosa técnica. "Está muy bien representado. Es la primera vez que veo el cuadro y se aprecia perfectamente el sentimiento de realeza que el pintor quiere transmitir", confiesa.

 

EL AUTOR

Juan Pantoja de la Cruz
Retrato del príncipe Felipe Manuel de Saboya, c. 1604
Pantoja de la Cruz abandonó, como gran parte de la corte, su residencia en Madrid, y desde el 26 de noviembre de 1603 hasta al menos el 18 de enero de 1604, está documentada su presencia en Valladolid al servicio del rey, pintando al propio monarca, a la reina, Margarita de Austria, y a su familia, incluidos Felipe Manuel y sus hermanos.

El autor de la obra, discípulo de Sánchez Coello, prolongó hasta principios del siglo XVII la línea del retrato cortesano iniciada por Moro. Lo retratos de Pantoja se conocen por tener cierta sequedad y falta de corporeidad. Sin embargo, la obra elegida por Carbonell está resuelta con una calidad altísima, donde el hábil claroscuro realza los volúmenes y texturas. Asimismo, cabe destacar que la postura del joven retratado contribuye al buen resultado de la pintura.