El Bellas Artes en la sangre

Las sobrinas nietas de Manuel Losada, pintor y primer director del Museo de Bellas Artes de Bilbao, hablan de la figura de este artista y escogen para DEIA su obra favorita de la pinacoteca, que celebra su 110 aniversario.

Un reportaje de Araitz Garmendia   |   Foto: José Mari Martínez
Lunes, 18 de Junio de 2018

Junto a sus colegas Zuloaga, Durrio, Uranga y otras figuras del impresionismo, Manuel Losada disfrutó en su juventud de la vida bohemia parisina. Unos años en los que artistas de todo tipo y de todos los rincones del mundo crearon una escuela basada en los ideales del amor, la belleza, la verdad y la libertad. Fue una revolución romántica que tuvo como corazón el barrio de Montmartre. Pero el bilbaíno decidió regresar a su cuna en 1892 y abrir su propio estudio. Además de ser un gran artista, Losada sobresalió por sus dotes como gestor, ya que fue hasta su fallecimiento el primer director del Museo de Bellas Artes de Bilbao. Sus sobrinas nietas, Mónica, Patricia e Inés -historiadora en el Museo Metropolitano de Nueva York-, que además acudió junto a su hija Hannah, visitaron el museo hace unos días y hablan para DEIA de la figura de un apasionado del arte que cambió la historia de una ciudad que abrió las puertas de su pinacoteca en 1908.

Las sobrinas nietas de Manuel Losada "El arte lo llevamos en la sangre, Losada era el hermano de mi abuelo, fue el fundador y el creador de este museo, por eso nosotras conocemos muchos cuadros de una forma muy diferente a los demás", explica Inés en una de las salas que alberga la exposición 110 Años 110 Obras, organizada para celebrar las once décadas de historia de la galería. Las tres hermanas señalan que le tienen un cariño especial a la obra El rapto de Europa, de Martin de Vos.

"Yo lo conozco desde que tenía cinco o seis años. Siendo niñas nos llevaban siempre al parque, pero cuando llovía, y en Bilbao eso pasaba de manera muy habitual, acabábamos en este museo, que era completamente diferente", narra Inés, quien además recuerda que las hermanas le preguntaban a su niñera por el nombre de la pintura. "Nos decía que era El rapto de Europa. Estábamos convencidas de que no sabía leer, pensábamos ¡pero si esto no es Europa! Lo cierto es que nos hacía gracia porque es un desnudo y hay un toro blanco precioso", recuerdan. También solían fijarse en el Martirio de San Bartolomé: "Inés nos hacía mirar al Santo, ¡cómo le arrancaban la piel!", recuerda divertida Patricia.

Martin de Vos
El rapto de Europa, 1590
Pero aquellas visitas a la pinacoteca en un Bilbao de sirimiri calaron en Inés, quien se decantó en su adolescencia por estudiar Historia del Arte. Ella, quien primero quiso ser enfermera, acudió a un curso de Arte y decidió cambiar sus planes. "Fue como si saliese de mis venas, sentía que eso era lo que tenía que hacer porque lo llevaba muy dentro de mí, así que me enamoré de un americano, me fui con él a Nueva York muy joven y allí estudié la carrera", confiesa.

La historiadora rememora que "en casa se hablaba muchísimo de la pintura vasca". Sin embargo, las tres hermanas coinciden en que "en otros países, como en EE.UU., se le da mucha importancia al fundador". "Yo a mí misma me repito la suerte que tengo de que mi tío abuelo fuese el fundador de la pinacoteca de la ciudad en la que nací, por eso nos encantaría que estuviesen presentes sus obras", subraya Inés. Los remeros (1912) es uno de sus cuadros más icónicos, ya que en él se representa una competición de traineras. "Creemos que por lienzos como este se lo merece muchísimo", señalan las tres hermanas.

REGRESAR A CASA

A pesar de que Inés vive en Estados Unidos desde que tenía 19 años, regresa cada año a casa para estar con su familia: "La tierra me tira muchísimo", admite la historiadora del Metropolitan, donde curiosamente hay varios lienzos de Zuloaga, "aunque están en el almacén ya que la pinacoteca cuenta con muchísimas obras". "Siempre meto la historia de nuestra tierra cuando hablo de arte en el Metropolitan Museum de Nueva York", asegura la experta, que cada vez que visita a sus hermanos en Bilbao los anima a acercarse al museo.

De hecho, Patricia cuenta que "siempre que regresa hacemos un tour, damos un repaso a esta sala, y ella nos hace fijarnos en detalles que de otro modo seríamos incapaces de apreciar".