"El pintor nos hace sentir el sufrimiento de Cristo"

Inés Barradas, una turista de Lisboa, elige 'Cristo de Piedad', de Diego de la Cruz, en el Bellas Artes.

Un reportaje de Maite Redondo   |   Foto: Oskar González
Lunes, 25 de Junio de 2018

I nés Barradas ha llegado de Lisboa para pasar dos días en Bilbao. Antes ha visitado Donostia y tras su paso por la capital vizcaína volverá a su ciudad. "Es la primera vez que venía al País Vasco, pero como hay avión directo desde Lisboa pienso volver mucho más. Me ha encantado", confiesa, mientras se pasea por la exposición 110 años 110 obras, que el Bellas Artes de Bilbao presenta con motivo de la celebración de sus once primeras décadas.

Inés Barradas, turista portuguesaInés confiesa que no es una experta en arte, aunque lo estudió de niña. Por ello, le encanta visitar los museos. En Bilbao ha aprovechado para ver el Guggenheim, el Museo de Reproducciones y el Bellas Artes.

Todavía no ha terminado de ver la exposición, pero no puede apartar sus ojos de una obra, el Cristo de Piedad, pintado en 1485 por Diego de la Cruz. "Es impactante. La figura de Cristo es tan realista que siento su dolor. En su costado se aprecia la sangre que se derrama tras traspasarle la lanza. Y en sus manos, se ven las heridas causadas cuando fue clavado en la cruz", señala.

Diego de la Cruz
Cristo de Piedada, c. 1485
En esta tabla se representa a Cristo como Varón de dolores. Su imagen es la misma que muestra tras la resurrección -aunque se distingue del Cristo resucitado en que aquí todavía lleva la corona de espinas-, es decir, vivo, con los ojos abiertos, vestido con el perizonium y con la capa sobre los hombros y mostrando las huellas de las llagas producidas en la Crucifixión.

Cristo invoca a los fieles para que contemplen el dolor, el sufrimiento experimentado en la Pasión que se repite una y otra vez, como se aprecia en la expresión triste de su rostro y en la sangre que mana de sus heridas. Esta imagen de devoción tiene carácter eucarístico.

No se conocen muchos datos de Diego de la Cruz. Se trata de uno de los pocos artistas de nombre conocido entre los representantes de la pintura hispano-flamenca burgalesa. Aunque vecino de esta ciudad, se le supone un origen flamenco por el conocimiento de la pintura nórdica que se percibe en sus obras, especialmente por la influencia de Rogier van der Weyde.