"Desde que tengo a mi hijo miro el cuadro de Cassatt de diferente forma"

Nerea Sagredo, jefa de Publicaciones del Museo, destaca 'Mujer sentada con un niño en brazos'

Un reportaje de Maite Redondo   |   Foto: José Mari Martínez
Lunes, 01 de octubre de 2018

Nerea Sagredo lleva nueve años al frente del departamento de Publicaciones del Bellas Artes de Bilbao y en este tiempo ha reproducido numerosas veces en catálogos, folletos Mujer sentada con un niño en brazos, de Mary Cassatt, una de las obras maestras de la pinacoteca. "Siempre ha sido para mí uno de los cuadros más importantes de la colección, como para todos los que trabajamos aquí y para la mayoría del público. Es indiscutible que es una obra maestra. Muestra una escena muy sencilla, muy cotidiana de una mujer con un niño en brazos, pero transmite muchos sentimientos, tiene mucha fuerza expresiva en la mirada del niño en la posición de ambos… señala Nerea Sagredo.

Nerea Sagredo, jefa de Publicaciones del museo Confiesa que siempre lo había visto de una determinada manera, pero "al regresar de mi baja maternal, como madre, me evoca cosas diferentes. Hasta ese momento no me había planteado que fuera otra cosa que una escena de una madre con su hijo en brazos, y, sin embargo, ahora que tengo un hijo, no creo que sea una madre y su hijo, sino una mujer que cuida a un niño. Veo una mirada muy expresiva, muy melancólica, de un niño que busca a su madre. Es como la mirada que veo en mi hijo cuando me despido de él por las mañanas para venir a trabajar", asegura Nerea Sagredo, que recuerda las primeras veces que vino al museo cuando ella era niña. "Ahora soy yo quien traigo a mi hijo a Oliver, quiero que llegue a amar el museo de ama".

 

Mary Cassatt
Mujer sentada con un niño en brazos, c. 1890
Aunque la pintora estadounidense no tuvo hijos, las representaciones de madres o mujeres con niños fueron un tema habitual en su obra. Hija de un banquero que se enriqueció con el comercio de algodón, Cassatt (Pittsburgh, 1844; París, 1926) se empeñó en dedicarse profesionalmente a la pintura a pesar de la oposición familiar, pero consiguió vivir de su trabajo artístico. "A diferencia de sus colegas hombres no tuvo acceso a modelos en vivo, con lo cual tomaba como modelos para sus cuadros a personas de su entorno, de su familia... Probablemente, de ahí salió la escena de esta obra con una mujer en el momento de asear a un niño", explica Nerea Sagredo.

Junto a Berthe Morisot y Marie Bracquemond, Cassatt fue una de las pocas artistas vinculadas al impresionismo. Aunque inició su formación en su país natal, desarrolló casi toda su carrera en Francia, a donde se trasladó en 1865. En 1877 conoció a Degas, quien le invitó a unirse al grupo de pintores que tres años antes había organizado la primera exposición impresionista. Poco antes del cambio de siglo, se pasó a los pasteles y empezó a pintar escenas más convencionales. Perdió la espontaneidad que caracterizaba sus primeros lienzos, llenos de niños, escenas cotidianas y sutilmente revolucionarias. "Vendí mi alma a los marchantes, eso es todo. Los marchantes me robaron la vida", dejó escrito antes de morir.