"Los Arrue nos resultan familiares, había láminas de sus obras en casa"

Bilbaínas Ana Agirre e Igone Epelde hablan de `Vascos jugando a las cartas' en el Museo de Bellas Artes

Un reportaje de Maite Redondo   |   Foto: José Mari Martínez
Domingo, 9 de septiembre de 2018

"En la casa de mis aitites, en Mundaka, donde veraneaba, tenían enmarcadas láminas de los pintores Arrue, así que son unos artistas muy familiares para mí", explica Ana Agirre. "En la mía también teníamos los calendarios de la BBK con láminas de estos pintores vascos", añade Igone Epelde. Las dos bilbaínas son habituales del Bellas Artes de Bilbao. Ana, además, acude a clases de pintura en Mungia, donde reside. "Me gusta pintar paisajes, algún retrato...", comenta durante el recorrido por la exposición 110 Años 110 Obras, que el museo presenta con motivo de sus once primeras décadas

Ana Agirre e Igone Epelde, visitantes bilbaínasNos las encontramos en la segunda planta, junto a la obra Vascos jugando a las cartas, de Ramiro Arrue, que se encuentra junto al cuadro Romería Vasca, de su hermano José. La escena refleja a dos jóvenes jugando y bebiendo sobre una mesa, ataviados con atuendos campesinos y situados en un paraje que deja ver unas montañas verdes al fondo.

"Fíjate que diferencia entre las obras de los dos hermanos -señala Igone-. Romería vasca es una explosión de color, alegría... y en cambio, esta es más seria, algo más oscura. Aunque los dos tratan temas vascos, muy familiares para nosotras. Estos dos jóvenes están jugando a las cartas, como se sigue haciendo en la actualidad. Me imagino que será al mus".

Ramiro Arrue
Vascos jugando a las cartas, c. 1919
De los seis hermanos Arrue Valle, hijos de Lucas Marcos y Eulalia, nacidos en la República de Abando, los cuatro varones son pintores: Alberto (1874¬1944), José (1885-1977), Ricardo (1889-1978) y Ramiro (1892-1971). Cuatro artistas de talento, con experiencias vitales parecidas. Iniciados desde la cuna en el oficio, los dos mayores fueron alumnos de Antonio María Lecuona y Ricardo de la Escuela de Artes y Oficios de Bilbao, pero los cuatro pasaron por la Academia de la calle Grande Chaumiére, en París.

Alentados en su vocación, primero por su padre y después por la tía Matilde, de profesión anticuaria, tuvieron la oportunidad de adquirir un amplio bagaje artístico gracias a sus viajes y estancias en Barcelona, París e Italia. Concluida la formación y asentados a ambos lados de la muga, participaron activamente en numerosas iniciativas artísticas que arrancaron en el primer tercio del siglo XX como la bilbaína Asociación de Artistas Vascos (1911), concurriendo, además con gran éxito, a un buen número de salones y exposiciones fuera y dentro del país. Los cuatro pertenecen a la Escuela Vasca y beben del género costumbrista de la primera generación de artistas que les preceden, impregnándola de la estética moderna al uso. Compartieron influencias compositivas y artísticas, aun así, tenían cuatro sensibilidades diferentes con cuatro proyecciones plásticas muy personales.